La campaña, que ya luce en los autobuses de la capital vallisoletana, la ha llevado a cabo la asociación «Libera!», y en ella se puede ver la imagen de un toro bravo con el eslogan «Los animales no somos cosas, convivencia responsable», en lo que es una clara censura a la celebración de espectáculos taurinos y una proclama en defensa de los derechos de los animales.
Para Victorino Martín esta campaña, como la propia corriente animalista, representa «un gran peligro» en la salvaguarda de «nuestra identidad como pueblo», un movimiento que no pretende más que «acabar con nuestras formas de vida».
«El animalismo no es cuidar perros y gatos, ni promover un obligado respeto por los animales. Animalismo es un movimiento que promueve la desintegración de nuestra cultura, partes fundamentales de nuestra economía y nuestro medio ambiente; una ideología que pretende equiparar los derechos de los hombres y de los animales, algo incompatible con nuestra civilización», recoge la misiva.
Para el ganadero de reses bravas el avance de esta ideología representaría el fin de multitud de fiestas y productos que definen a España en lo más esencial.
«Sería el fin de las corridas de toros, los cortes y los encierros, los que se celebran en su ciudad y en decenas de municipios de la provincia, expresiones que definen a las gentes de Valladolid», asegura.
«Pero el animalismo supondría también el fin del lechazo como estandarte económico de la ciudad; de los quesos ‘Entrepinares’, segunda empresa más importante de la capital y uno de sus iconos industriales; o cualquier actividad ganadera con vacas, cerdos, ovejas, pollos o cabras o aquella que realizan decenas de miles de personas con licencias de caza o pesca», añade Victorino.
Por todo esto, la FTL considera una «irresponsabilidad» que el Ayuntamiento de Valladolid haya accedido a participar en una acción «de apariencia loable», pero que parte de «una clara estrategia animalista para entrar en las instituciones».
Y concluye la misiva: «¿Con quién está usted, señor alcalde, con su gente o con los movimientos que pretenden imponernos una forma de ser y de vivir ajena a nosotros».
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