Cuixart, para quien la Fiscalía pide 17 años de prisión por rebelión y que se ha presentado nuevamente como «preso político» en un «juicio político», ha dicho que lo sucedido en Cataluña fue una «desobediencia en toda regla» que «no merece ningún reproche penal».
El acusado, en prisión desde el 16 de octubre de 2017, ha tomado la última palabra no para defenderse ni para intentar reducir la pena sino para reafirmarse en todos los ejercicios de derechos fundamentales que le han reprochado en este juicio, una labor en la que «la extrema derecha» ha tenido mucho que ver y decir.
Cuixart cree que «hay miedo a escuchar y a conocer mejor las razones de los unos y los otros» que impide dar respuesta a un conflicto político, transformado ahora en un «juicio a la democracia», que teme termine enfrentando a pueblos hermanos.
«No van a lograr que nos enfrenten entre los distintos pueblos de España por muchas firmas que recoja el PP o por muchas policías que nos envíen. Consideramos a los pueblos de España pueblos hermanos, como los pueblos de Europa», ha señalado Cuixart.
Ha destacado que la cárcel le ha servido de «altavoz» para denunciar «la violación de derechos fundamentales y la falta de democracia» en España e incluso ha llegado a decir que su «prioridad ahora ya no es salir de prisión, aunque no sea legítima, sino seguir luchando para seguir avanzando en la resolución de un conflicto político».
Y a modo de reflexión ha asegurado: «Si la violencia policial no pudo contra miles de personas, ¿alguien se cree que una sentencia va a dejar que los catalanes dejen de luchar por su derecho a la autodeterminación? Estoy convencido de que no».
«Lo volveremos a hacer pacíficamente, serenamente», ha avisado.
Estrella Digital