La UCO ha explicado en una nota que medir los efectos de compuestos tóxicos sobre los organismos que habitan la zona para encontrar soluciones de manera temprana es la tarea que ha enfrentado el equipo investigador liderado por José Alhama y Carmen Michán.
Para detectar el nivel de contaminación ambiental del parque evaluaron los efectos biológicos de los contaminantes en ratones morunos, habitantes naturales no protegidos, que se convierten en bioindicadores terrestres de los tóxicos presentes en la zona.
Concretamente se estudiaron los daños oxidativos en proteínas, principales dianas del estrés oxidativo, unos tipos de estrés que constituyen unos de los efectos más importantes de los contaminantes, que además se relacionan con distintas patologías.
Con un estudio global de las proteínas que se oxidan se revela que los contaminantes afectan a procesos biológicos clave como el recambio de proteínas para reparar los daños oxidativos o los relacionados con la eliminación de tóxicos, que tienen lugar en el hígado, llegando incluso a provocar daños importantes en este órgano.
Mientras que el estudio de otros bioindicadores centinelas para ecosistemas acuáticos, como el cangrejo rojo, revelaba un alto nivel de oxidación en los arrozales próximos al Parque, este alerta también de la presencia de contaminantes en el corazón de Doñana.
Este tipo de análisis permite detectar si hay contaminación y cómo afecta al organismo en cuestión, lo que permite hacerle frente antes de alcanzar niveles superiores de organización, situación que puede provocar un mayor efecto negativo o incluso irreversible.
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