Estas previsiones se basan en que durante las últimas semanas ha sido ostensible la pérdida de fruto tras un buen cuaje después del periodo de floración.
Aunque las fuentes consultadas muestran sus reservas y son prudentes a la hora de pronunciarse en términos cuantitativos en relación con la venidera cosecha de aceite de oliva, sí coinciden en señalar que será muy inferior a la actual de 2018/2019, cuando se logró un récord productivo, con cerca de 1,8 millones de toneladas.
Las mismas fuentes son unánimes en que la próxima cosecha tendrá carácter de media-baja.
No obstante, comparten que la situación podría mejorar en función del comportamiento que tenga el olivar de secano y el olivar de regadío más deficitario, así como la posible lluvia de otoño.
El olivar es un cultivo que, en cualquier caso, soporta con moderación el estrés hídrico y las condiciones climatológicas, que cada campaña tienen una influencia decisiva de una u otra forma en la producción final.
La cautela se impone en el sector oleícola en cuanto a pronósticos, por lo que los responsables de las organizaciones agrarias y del propio sector no se atreven a aventurar una estimación con cierto rigor y de contrastada solvencia hasta septiembre.
Ahora mismo, se habla de una horquilla que oscila entre menos del millón de toneladas de aceite de oliva y 1.350.000 toneladas.
El consultor Juan Vilar es el que maneja la previsión más optimista entre los expertos consultados porque cifra la próxima campaña de aceite de oliva en España en torno a 1.350.000 toneladas, lo que supone un menos 24 % que la última.
También destaca la recuperación y mejora en los países de la cuenca mediterránea, y eleva a cerca de 3,3 millones de toneladas la estimación de producción mundial de la mejor y más saludable grasa vegetal.
Cristóbal Gallego, el responsable del Consejo Sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, entiende que la venidera campaña 2019-2020 está condicionada por el carácter vecero del olivo y la sequía actual, que se está traduciendo en pérdidas con respecto a la pasada campaña.
En su opinión, dichas pérdidas superan el 60 % en algunas comarcas y rondan el 40 % en otras, con especial incidencia en Jaén, así como en los olivares de secano y de riego deficitario, aunque recalca que se trata de una previsión todavía muy preliminar.
Esta previsión está realizada en función del descarte de fruto producido ya en muchas explotaciones, si bien hay que esperar a la evolución fenológica del resto de olivares en las próximas semanas.
El gerente y portavoz de ASAJA en Jaén, Luis Carlos Valero, por su parte, descarta pronunciarse hasta tanto no se conozcan los datos del aforo de producción de la Junta de Andalucía, que suele acertar cuando la Consejería de Agricultura hace públicos los datos en octubre.
Sin embargo, reconoce que la próxima cosecha «no pinta bien, porque va a ser más corta de lo esperado al faltar agua».
Mientras, el responsable provincial de la UPA, Cristóbal Cano, augura una producción de 1,1 millones de toneladas, y su homónimo de la COAG, Juan Luis Ávila, sostiene que «hay mucho fruto que se está quedando atrás».
Por ello, afirma que habrá una cosecha «muy por debajo de la media, tirando a baja», y Esteban Momblán, del Grupo Interóleo, precisa que, aunque es pronto para manifestarse, la cosecha estará entre las 900.000 y el millón de toneladas.
Desde las tres denominaciones de origen protegida (DOP) de aceite de oliva de la provincia de Jaén consideran que es «muy prematuro» hacer una estimación certera.
Los secretarios de las DOP Sierra Mágina, Sierra de Segura y Sierra de Cazorla, Jesús Sutil, Francisco Moreno y Emilio Tíscar, respectivamente, posponen hasta septiembre una valoración más detallada.
En cualquier caso, no tienen duda de que habrá menos cosecha de lo esperado, «¿cuánto menos? Eso es lo complicado», se pregunta Emilio Tíscar, que razona que ha habido una caída de fruto por San Juan, «acentuada después de un cuaje bueno, y el olivo podría haber soltado un tercio del fruto».
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