Ante este momento tan delicado que está viviendo Ciudadanos tras el desastre electoral del 10N y la dimisión de Rivera, los dirigentes que más alzaron la voz contra el viraje hacia la derecha del partido y su negativa a facilitar la investidura de Sánchez, creen que es la ocasión para recuperar el centro «del que nunca debieron salir» y el papel de partido útil y decisivo que llegaron a tener hace tan solo seis meses.
De los cuatro barones territoriales que tiene Ciudadanos, el vicepresidente andaluz, Juan Marín, ha sido el último en asumir que se equivocaron al dilapidar los 57 escaños que tenían no permitiendo un gobierno de Sánchez, que les hubiera evitado pasar otra vez por las urnas y quedarse solo con diez diputados.
Francisco Igea, vicepresidente de Castilla y León, ya lo había hecho antes, mientras que los vicepresidentes de Madrid, Ignacio Aguado, y Murcia, Isabel Franco, no han hecho de momento autocrítica como tampoco el resto de la Ejecutiva en funciones, que una semana después de la debacle no ha dado una explicación de dónde ha podido estar el error.
Los que sí ven claro que el error fue empecinarse en el «no» a Sánchez son conscientes de que hubieran impedido que los partidos nacionalistas e independentistas tuvieran juego en la legislatura, uno de los motivos que propició la fundación del partido en 2006, y habrían podido condicionar el Ejecutivo socialista con algunas de las propuestas naranjas.
En eso coinciden la mayoría de los dirigentes que apuestan por dar la vuelta a Cs para resituarlo en el espacio de la centralidad y en lo que también están de acuerdo es en que Inés Arrimadas es la persona más adecuada para liderar el partido siempre y cuando no se deje arrastrar por una línea continuista en la que parece estar la cúpula de Rivera.
Tan solo Ignacio Aguado, vicepresidente de Madrid, asomó la cabeza y no se descartó como opción para liderar la formación, pero echó marcha atrás en seguida.
Hay además un frente crítico de afiliados que se está organizando para exigir a Arrimadas, a la que dan por segura sucesora de Rivera aunque ella todavía guarda silencio, que devuelva al partido al centro, una ejecutiva totalmente reformada y más protagonismo de las bases.
Como portavoz de esta plataforma denominada Compromiso Ciudadano está Juan Carlos Bermejo, quien compitió en las primarias con Rivera en 2017 y también con Aguado en las últimas autonómicas en Madrid, y que asegura que son ya unos 3.200 militantes comprometidos en «recuperar» el partido antes de que desaparezca como le pasó a UPYD y mucho antes al CDS.
Frente a los que ya se están moviendo de cara a esa Asamblea extraordinaria que se celebrará a mediados de marzo para renovar a la dirección naranja, la Ejecutiva de Rivera, que está en funciones, sigue marcando la estrategia del día a día hasta que el Consejo General del 30 de noviembre nombre una gestora.
Una gestora que, según se temen algunas de estas voces discrepantes, va a estar formada por los actuales secretarios ejecutivos que, como han denunciado a EFE, «han llevado al partido al borde del abismo»
«Parece que no han entendido nada y pretenden establecer una gestión continuista», han advertido.
Sobre el papel que debe tener ahora Cs ante la investidura de Pedro Sánchez, ninguno de los nombres con más peso en el partido ha movido ficha, entre otras cosas porque en este momento no son determinantes a no ser que fallen otras variables que se están considerando, y lo que han defendido es una suma con PP y PSOE.
Quien sí ha arriesgado ha sido el vicepresidente de Castilla y León, Francisco Igea, que esta semana planteó la posibilidad de intercambiar los pactos de gobierno autonómicos que Cs tiene con el PP a cambio de que el PSOE rompiera su preacuerdo de coalición con Podemos, pero fue inmediatamente desautorizado por la Ejecutiva en funciones y tampoco la idea ha gustado a los otros barones.