La tradición apunta que los visitantes o turistas llegados a la ciudad deben besar la escultura al pasar junto a ella si quieren volver a ella o que «no se puede ser vecino» de Girona quien no la bese.
El ayuntamiento ha procedido a limpiarla antes de precintarla, ha informado la alcaldesa Marta Madrenas en las redes sociales.
La escultura, construida con piedra calcárea en el siglo XII, es una columna a la que está adosada la imagen de una pequeña leona. Se encuentra situada en la calle Calderers, en el caso viejo de la ciudad, junto a la iglesia de Sant Feliu.
En la calle en la que se encuentra la escultura existió el «Hostal de la Leona», que como reclamo tenía encastada a una de sus paredes una columna a la que trepaba una leona, que los lugareños recomendaban tocar o besar para no irse de la ciudad o garantizarse que se volvería a ella.
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