En esta última ocasión, el Ejecutivo ha conseguido pactar el voto favorable del PNV y de Ciudadanos y la abstención de ERC, números suficientes para que salga adelante una prórroga con la que el Gobierno pretende culminar el proceso de desescalada y regresar a la «nueva normalidad».
Aunque los partidos nacionalistas que dieron a Sánchez la investidura no han escondido sus reticencias por el acercamiento a Ciudadanos, el Gobierno ha asegurado que los distintos acuerdos alcanzados con ERC, PNV y Cs son «todos compatibles entre sí».
Además ha advertido de que, dada la fragmentación parlamentaria, así tiene que ser la «nueva política», un «ejercicio de acuerdo permanente» con partidos distintos.
Fuentes de ERC, por ejemplo, consideraban que el pacto con Cs responde a «puro tacticismo» por parte el Gobierno y no afecta a lo que acordaron republicanos y socialistas, aunque advertían de que, si Pedro Sánchez no cumple con lo acordado con la formación independentista, «se acaba la legislatura».
En esta coyuntura, la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, ha vuelto a reprochar al PP que «dimita de su responsabilidad» como primer partido de la oposición y prefiera hacer «frente común» con Vox y rechazar la prórroga, en lugar de sumarse al resto de fuerzas para «completar este proceso de sacrificio muy doloroso para el pueblo español que está llegando a su último momento».
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