viernes, noviembre 22, 2024
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Tielmes, un pueblo fantasma con el primer confinamiento voluntario de Madrid

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Un confinamiento voluntario que fue decretado el domingo por la Comunidad de Madrid y que se deja notar en el primer día laborable de la semana, con muy pocos vecinos en la calle, que se mueven a un ritmo frenético cuando tienen que abandonar su vivienda.

Lo que no es voluntario es el cierre de bares y restaurantes, así como la cancelación de eventos sociales y mercadillos en este pueblo del sureste de la Comunidad de Madrid de alrededor de 2.720 habitantes, con apenas siete bares y siete tiendas.

El Gobierno regional tomó esta decisión ante los brotes registrados en el pueblo y los «datos indicativos de que puede estar produciéndose transmisión comunitaria».

La resolución fue publicada este domingo en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid y desde las primeras horas los vecinos de Tielmes cumplieron «a rajatabla» las instrucciones para evitar más contagios por coronavirus, según señaló el alcalde, Miguel Ángel Barbero.

El panorama era idéntico este lunes: calles vacías y el silencio como banda sonora de un pueblo que se ha convertido en un pequeño plató de televisión, en el que en general hay más periodistas que vecinos.

Ante esta respuesta, el alcalde aplaude que las recomendaciones se estén cumpliendo “muy bien”, con una responsabilidad que, a su juicio, “es de agradecer”.

Aunque lo cierto es que el presagio de este escenario atípico flotaba en el aire desde hacía días, especialmente desde que el pasado 14 de agosto el Consistorio emitiera un bando en el anunciaba el cierre de los parques públicos, la piscina municipal y el propio Ayuntamiento, ante la “preocupación” por la “alta tasa” de positivos por la COVID-19.

Desde el pasado 14 de agosto, según el alcalde, hay 39 residentes en el municipio con coronavirus, de acuerdo con los test realizados por el consultorio local, a falta de conocer los resultados de 57 PCR que se hicieron en la última semana.

Ana es una de las pocas vecinas que ha tenido que salir de casa este lunes, precisamente para “hacer compras esenciales para varios días”.

A sus 34 años, y después de haberse hecho la semana pasada una prueba PCR que dio negativo, este confinamiento voluntario le ha pillado de vacaciones, aunque esta vez las pasará en casa para “ayudar a que el virus pare cuanto antes”.

Su intención, dice, es salir “lo menos posible: al médico y a comprar, sin contactos ni reuniones entre los vecinos. Es lo que toca para no ir a peor”, asegura.

Precisamente, el mayor goteo de vecinos se registra en el entorno del consultorio médico, al que algunos acuden para hacerse el test de coronavirus y otros por sus consultas rutinarias.

Juana es una de las usuarias que asiste este lunes a su cita habitual, “y porque no le queda más remedio”, comenta, porque es paciente de riesgo. No obstante, reconoce que no tiene conocimiento de que nadie de su entorno haya dado positivo, pero igualmente se ha comprometido a “no salir más que lo justo”.

Entra al centro médico cuando sale Mario, de 82 años, quien ya se hizo las pruebas la semana pasada y también dio negativo. “Me tomo la temperatura y la tensión en casa y estoy bien, pero solo voy a salir cuando sea necesario”, comenta tranquilo, porque su hija y sus vecinos le ayudarán con sus compras y recados “para evitar riesgos”.

Junto a la plaza del pueblo una madre camina rápido junto a sus dos hijas pequeñas, en dirección a la farmacia, donde va a retirar unos medicamentos «para ya no salir más», dice apurada.

A escasos metros otra vecina coincide en que “es mejor no salir”, por lo que aprovechará el lunes para hacer una compra grande para varios días. Aunque el miércoles tiene que volver a trabajar, “con algo de miedo, porque nadie quiere contagiarse”.

En toda la mañana apenas una docena de niños se deja ver por las calles de este pueblo, temeroso por el coronavirus y con un intenso foco mediático, algo que indigna a otro residente, quien lamenta que “se va a conocer a Tielmes en toda España por los contagios”.

Pero rápido se mete en casa y de nuevo se quedan las calles vacías. “Qué vamos a hacer, si no está abierto ni el bar para tomar un café”, farfulla.

Solo interrumpe el silencio alguna carrera más, protagonizada por vecinos rápidos y esquivos, y las campanas, que quedaron programadas antes de esta medida preventiva y que marcan la cuenta atrás de este atípico primer ‘confinamiento voluntario’.

Patricia Cristóbal

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