Horas después de que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, le anunciara su destitución como conseller de Interior, Buch ha reconocido que le sabe mal su cese, aunque lo acepta «deportivamente», y ha resaltado que asumió una cartera que rehuyen muchos políticos, porque se afronta una labor «incomprendida, muy debatida y muy criticada».
Buch, que ha roto a llorar al recordar el apoyo de su familia durante sus dos años en el departamento, ha descartado que su cese obedezca a motivos políticos por la crisis abierta entre el PDeCAT y JxCAT, después de que el partido demócrata haya decidido llevar a los tribunales a la formación de Carles Puigdemont por el tema de la marca.
En este contexto, Buch ha esgrimido que los cambios que promueve el presidente catalán entran dentro de «sus fórmulas» para afrontar la situación política que se abriría en Cataluña si, finalmente, es inhabilitado de su cargo como president.
Descartados, a su juicio, los motivos políticos de su cese a raíz del enfrentamiento entre Junts y el PDeCAT, el hasta ahora titular de Interior ha reconocido que discrepó con Torra por la gestión de los disturbios tras la condena a la cúpula del «procés», en octubre pasado, por lo que habría entendido que le destituyeran entonces, pero no ahora.
Ha admitido así que hubo «tensión política» con el president en varios momentos durante su mandato en Interior, pero ha subrayado que se trata de algo «normal» porque, ha dicho, «por encima de todo está el bien común, que se acaba imponiendo».
En este sentido, ha recalcado que «alguien tiene que hacer este trabajo a pesar de las críticas, incluso, de tu propia bancada» y pese a ser una consellería que «genera mucha controversia»: «Nos queremos autogobernar», ha sentenciado tras recordar que Cataluña es una de las pocas comunidades con las competencias en materia de seguridad transferidas.
Según Buch, un conseller de Interior siempre «tiene la sospecha» de que lo cesarán en algún momento, porque la «sensación de interinidad es permanente», de manera que ha aconsejado a su sucesor, Miquel Sàmper, que asuma su cargo con «ganas» y que tenga en cuenta que este departamento es como un «fusible que se quema muy rápido».
El conseller ha defendido su legado en Interior, donde llegó con su predecesor -Joaquim Forn- en la cárcel y con toda la cúpula del departamento pendiente de juicio por el «procés», y ha asegurado que en ningún momento se ha planteado ordenar a los Mossos d’Esquadra como tenían que actuar, al igual que el conseller de Salud no le dice a un médico cómo tiene que operar.
Entre los logros de su departamento, ha citado el acuerdo laboral en los Mossos d’Esquadra y en Bombers de la Generalitat que han llevado la «paz social» a ambos cuerpos, la entrada de la policía catalana en el organismo de inteligencia y del crimen organizado del Estado o las «persecuciones en caliente» en la frontera con Francia.
«Seguramente, en muchas cosas nos hemos equivocado, pero también hemos tenido aciertos y hemos llegado a soluciones de problemas endémicos», ha afirmado.
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