El terremoto político generado por la ruptura de los pactos entre PP y Cs en Murcia y Madrid, y el posterior giro de guión de algunos diputados naranjas que se han rebelado contra su propio partido, agita las aguas en el Congreso donde el PSOE y Unidas Podemos consiguen sacar sus iniciativas una a una gracias a un bloque de izquierdas.
Algunos de los socios de Gobierno que apoyaron la investidura del presidente, Pedro Sánchez, temen que la alianza del PSOE y la dirección nacional de Ciudadanos en Murcia pueda reflejarse en el Congreso.
No es la primera vez que el PSOE busca los votos de la formación naranja, ya lo hizo en 2016 para intentar que Ciudadanos apoyara la primera investidura de Sánchez, a lo que Unidas Podemos se opuso en rotundo y también lo volvió a intentar recientemente con los Presupuestos Generales de 2021. En esta ocasión fue ERC el que le paró los pies.
«La cabra tira al monte», señala algún diputado del bloque de izquierdas estos días en el patio del Congreso, al tiempo que otros avisan de que los números no dan porque Ciudadanos solo cuenta con diez diputados en la Cámara. «¿A cambio de qué?», se preguntan.
Fuentes de ERC señalan a EFE que nunca pactarán una ley con la formación de Inés Arrimadas, y no sólo por el conflicto en Cataluña sino también -apuntan- porque «van en contra de reformas progresistas» como la laboral o como la nueva Ley de Memoria Histórica.
En este sentido, vuelven a plantear que las matemáticas no salen porque si los 13 votos de ERC caen a cambio de que se sumen los de Ciudadanos, con los republicanos también se irían previsiblemente los otros 5 diputados de EH Bildu.
Fuentes de la formación morada creen que dar «alas» a Ciudadanos no sería una buena estrategia porque, así como el Gobierno de coalición busca el mayor consenso en grandes temas, en el día a día generalmente es el bloque de izquierdas el que pesa.
Lo cierto es que el Pleno del Congreso podría afrontar su primera gran votación dentro de un mes y medio con la posible prórroga del estado de alarma -que acaba el 9 de mayo- siempre y cuando el Gobierno decida que debe seguir vigente.
Será momento de medir fuerzas.
Y es que el debate podría producirse ya constituido el Gobierno de Cataluña y ERC podría mover ficha y recordar la promesa que le hizo el Ejecutivo de que cuando hubiera Govern se retomaría la Mesa del Diálogo.
Rufián ya avisó: le harta que se pospongan las soluciones al conflicto catalán.
«Si siguen así lo acabarán celebrando en sus casas y no en La Moncloa», advertía esta semana en el Congreso ante el levantamiento de la inmunidad a Carles Puigdemont.
Y si a ese hartazgo se suma que el PSOE insiste en que buscará el mayor apoyo posible en todas las votaciones y que podría echar la caña a Ciudadanos, el bloque formado por ERC y EH Bildu podría dejar de apoyar a Sánchez.
Sin embargo, los socialistas, que inciden en que no cambiarán la dinámica que llevan en el Congreso de cuantos más apoyos mejor, señalan que «los socios son los socios» y que Cs no suplantará a ninguno.
Lo que sí confían es que sea Arrimadas la que cambie la estrategia y gire al centro, apoyando leyes «de Estado» y dejándose de «autovetos».
El problema es que el cambio de rumbo no gozaría del visto bueno de ERC o Bildu.
A cuenta de esto el PNV ya vislumbra un aumento de las tensiones entre el PSOE y Unidas Podemos y augura que Sánchez no acabará la Legislatura, aunque fuentes del partido insisten a EFE en que su voluntad seguirá siendo contribuir a la estabilidad.
También los cuatro diputados del PDeCAT, los dos de Más País y el de Compromís mantienen la filosofía de apoyar las leyes según su contenido y no según su procedencia.
«Votaremos ley a ley como hacemos siempre», señalan desde PDeCAT, mientras que Compromís incide en que «siempre estará con el qué y no con el quién».
A todo esto Vox, en silencio, se frota las manos esperando un nuevo momento electoral y el PP repite que Sánchez «es un espectro sin ética ni moral».
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