viernes, noviembre 22, 2024
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La nueva normalidad son los puentes sin salir de Madrid

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La Comunidad de Madrid vuelve a estar sujeta a un confinamiento perimetral, medida que cuenta con el rechazo explícito de las propias autoridades regionales, que si la han adoptado ha sido porque el Gobierno central no les ha dejado otro remedio.

Los ciudadanos, por su parte, parecen haber asumido que las limitaciones a la movilidad en los festivos son un ingrediente más de la llamada ‘nueva normalidad’, y hacen lo posible por sacar partido a lo que ofrece la Comunidad.

A primera hora del viernes, en la estación de Atocha hay actividad pero ni de lejos la que sería habitual en una fecha así. Lo atestigua Sonia, que como cada semana coge el AVE para volver a casa, a Toledo, tras trabajar en la capital de lunes a viernes. «Noto bastante menos gente que, por ejemplo, el fin de semana pasado, y Madrid está evidentemente más vacío», dice.

La gente que viaja hoy lo hace bajo el escrutinio de un nutrido destacamento de Policía Nacional y generalmente para volver a su hogar con una causa justificada, como Higinio, que regresa a Puertollano tras pasar dos días «de médicos» en Madrid.

Sonia apunta que, aunque cree en el efecto de las medidas, duda cuando ve «que empiezan a dejar entrar a extranjeros». Efectivamente, hoy no se puede llegar a Madrid desde las Castillas pero sí desde la mayoría de países del mundo, y el reflejo de esta irónica situación se da en Barajas, donde los escasos viajeros son fundamentalmente foráneos.

Descartadas las escapadas allende la región, son muchos los que optan por desplazarse a la sierra madrileña, cuyos municipios se han encontrado con un primer día de puente «muy calmado», con un goteo de turistas que, según celebran, «no es mayor que otros fines de semana previos», de forma que la situación está «mucho más controlada» que en días anteriores.

Temían que el cierre perimetral provocase una avalancha de visitantes y, por eso, en los últimos días han lanzado diversas campañas pidiendo «responsabilidad» a los madrileños, para evitar aglomeraciones y, con ello, que creciera el riesgo de contagios.

De hecho, la Delegación de Gobierno recogió el guante y ha reforzado con 270 agentes los controles de seguridad en los accesos a las localidades de la Sierra Norte.

Uno de los municipios que demandó más medios para «vigilar» el aforo con la llegada de los turistas fue Manzanares El Real, cuyo alcalde, José Luis Ladrador, ha dicho hoy a Efe que hay «una relativa calma, con incluso menos gente que la habitual». No obstante, asegura que tienen «todos los controles preparados» por si hubiera un repunte durante el puente.

También considera que el mal tiempo, con una constante amenaza de lluvia durante toda la mañana, ha podido contribuir a esta reducción de visitantes.

Al noroeste la situación es muy parecida este viernes, y a pesar de que en Navacerrada los hoteles y restaurantes han colgado el cartel de completo, la imagen de las terrazas llenas de gente tomando el sol y gente paseando por municipios como Cercedilla hoy no se están repitiendo.

En Guadarrama la situación es similar y en este del Día del Padre no se han llenado los aparcamientos normales de la zona del embalse y no ha sido necesario abrir el aparcamiento provisional que el gobierno local ha habilitado como medida preventiva para evitar las aglomeraciones y facilitar la circulación.

Mientras tanto, en la capital las ahora omnipresentes terrazas siguen siendo objeto de deseo a pesar de los malos augurios meteorológicos, y los hosteleros confían en que este nuevo cierre perimetral les permita oxigenar sus maltrechas cuentas.

«Hay muy buenas perspectivas para el puente y para Semana Santa, porque en noviembre y diciembre cuando se cerró Madrid la verdad es que trabajamos muy bien (…) es cierto que no viene nadie de fuera, pero sí la gente de Madrid, que no puede salir, y con eso nos compensa», explica Fernando, gerente de un bar en la Plaza Mayor.

En lo que a opciones bajo techo respecta, los museos están entre los planes más demandados, y ha sido el caso de Lucía, que ya bien temprano entraba al Prado. Esta estudiante gallega reconocía que «a todos nos gustaría ir para casa», pero a su juicio «hay que respetar las normas por seguridad y por seguridad pública: es civismo».

La lectura no es unánime: por ejemplo Natalia, otra estudiante que visitaba la pinacoteca, piensa «que nos están encerrando para que no nos manifestemos, porque hay mucha gente en contra del Gobierno».

Guste más o menos la medida, está claro que por ahora tocará conformarse con disfrutar los festivos cerca de casa. «No nos gusta, no es cómodo, no es agradable, pero no tenemos otra. Claro que chafa planes, pero yo creo que es un mal menor», concluye Higinio. EFE

 

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