La caravana que este pasado martes partió a la frontera polaca con la República Checa, en busca de refugiados de la guerra de Ucrania, ha emprendido el regreso con once mujeres, cuatro niños y un bebé de dos meses que se alojarán en Paredes de Nava (Palencia), donde sus vecinos ya lo tienen todo preparado.
La caravana está formada por tres furgonetas alquiladas por el Ayuntamiento de Paredes de Nava, el Centro Tecnológico de Cereales y el proyecto Arraigo, y conducidas entre otros por Nico Shkurenko, un ucraniano que reside en Paredes de Nava con su familia.
Viajan de vuelta a España muy satisfechos por el trabajo realizado y la ayuda que han podido prestar, pero a la vez «muy tristes por la tragedia humana que hemos dejado allí», ha manifestado este jueves a Efe Enrique Martínez, presidente del proyecto Arraigo y otro de los conductores.
Descansan cada dos horas porque tienen un largo viaje por delante y desde la República Checa, a unos 200 kilómetros de la frontera con Alemania y a 2.300 de su lugar de destino en la provincia de Palencia, confiesan sentirse satisfechos por todo el esfuerzo realizado.
Llevan todo el día de un lado para otro, introduciendo cambios en la ruta prevista porque la dimensión de la tragedia es colosal. Algunos refugiados con los que habían contactado han llegado en coche, otros en taxi y no todos han podido hacerlo hasta el punto de encuentro previsto, establecido en la ciudad checa de Ostrava, en la frontera con Polonia.
«Esta mañana hemos tenido que pasar a Polonia para recoger a una familia que tenía problemas para llegar» y otras han llegado desde Cracovia al igual que miles de ucranianos que están saliendo de su país, ha relatado.
La caravana palentina ha recogido a dieciséis personas, todas mujeres y niños, entre ellas una madre con sus dos hijos de 6 y 8 años y la abuela, además de dos jóvenes que «están enfermas y lo han pasado muy mal», una madre con un niño de 12 años, y otra mujer que viene sola.
«Son todo mujeres y niños. Aquí no hay maridos, ni hermanos, ni padres», ha añadido sin ser capaz de poner rostro a la desolación que han dejado atrás, «todos agotados y muy tristes».
Martínez ha lamentado no haber podido traer a más familias. Ni siquiera han podido ayudar a la familia de Eugenia Lisova y Nico Shkurenko, promotores de este viaje. Los dos viven con sus dos hijos, Adrian y Anna Nikole, de 6 y 8 años, en Paredes de Nava (Palencia) y no han podido sacar de Kiev a sus familiares.
Mientras ellos viajan, a 2.300 kilómetros de distancia, en Paredes de Nava (Palencia) muchos vecinos se afanan para tenerlo todo listo.
«Andamos un poco de cabeza organizándolo todo pero hay tanta colaboración que estamos encantados», ha manifestado a Efe Yolanda Díez, responsable del Área de Familia en el Ayuntamiento de Paredes e Nava, quien se encarga de que no falte de nada en la casa que ha cedido el ayuntamiento para alojar a los refugiados.
Es una casa grande, con cuatro habitaciones en las que han colocado literas, con capacidad para dieciocho personas, y un comedor amplio. Y son muchos los vecinos y empresas que se han encargado de donar ropa de cama, sábanas, mantas, toallas, productos de higiene y aseo, enseres de limpieza, alimentos, fruta y verdura, y hasta una trona, una cuna y todo lo necesario para el bebé.
«La gente se ha volcado» y cuando lleguen se van a encontrar una casa equipada «para estar a gusto, calentitos y sobre todo tranquilos», ha asegurado.
Pero sobre todo quieren trasladarles la hospitalidad de municipio, que «se asienten y descansen» y que noten el cariño de un pueblo que ha pensado en todo, incluso en el cole para los más pequeños, ha proseguido.
«No sabemos cuánto tiempo van a estar aquí, pero queremos que no les falte de nada y se sientan a gusto», ha insistido.
Almudena Álvarez