viernes, noviembre 22, 2024
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Demolición de las torres de la central térmica de Andorra

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El Bajo Aragón ha perdido una de sus imágenes más reconocibles, la de las tres torres de refrigeración de la central térmica de Endesa en Andorra, que se han volado de forma simultánea dentro de los trabajos de desmantelamiento de la instalación, que dejó de funcionar en junio de 2020 tras cuarenta años de vida y que ha causado tristeza a los vecinos ante un futuro que ven incierto.

En pocos segundos ha caído este icono de la comarca, historia de la minería en la provincia, en la que ha sido la primera demolición triple y simultánea llevada a cabo en España, que han seguido en silencio cerca de un centenar de técnicos de Endesa, Enel y empresas auxiliares, representantes de administraciones y organismos oficiales, 70 periodistas y 7 expertos digitales desde un mirador ubicado a 800 metros de distancia.

Además de centenares de vecinos y representantes políticos, como el diputado de Teruel Existe, Tomás Guitate, que lo han seguido desde los alrededores.

 

La caída de las torres de hormigón de 107 metros de alto y 83 de diámetro en su base y 50,7 en la coronación, con un peso cada una de 12.577 toneladas, ha sido a las 11.30 horas y ha provocado el aplauso y las felicitaciones de los técnicos, un sentimiento «encontrado y agridulce» entre los responsables de Endesa, y «pena y tristeza» entre algunos vecinos y extrabajadores.

La demolición ha sido “un hito importante” dentro del proceso de descarbonización de Endesa y del desmantelamiento de la central, que comenzó en marzo de 2021 con un plan pormenorizado en el que ha prevalecido la seguridad y que ha supuesto que se hubieran vaciado previamente las torres, que han generado más de 6.000 toneladas de materiales que contenían amianto y que se han tratado conforme a la legislación vigente, según ha explicado a los medios la responsable de desmantelamientos de Endesa, Beatriz Muñiz.

Tras la voladura, en la que se han utilizado 275 kilos de explosivos colocados en la parte baja de las estructuras y se ha instalado un circuito con 37 piscinas de dos metros cúbicos de capacidad que se han detonado de forma simultánea para evitar la nube de polvo, se han generado 40.000 toneladas de hormigón que se utilizarán para rellenar los huecos del terreno.

El director general de Endesa en Aragón, Ignacio Montaner, ha reconocido que tenía “un nudo en el estómago” una vez que las tres torres han desaparecido del horizonte, pero también “ilusión” por el proyecto de futuro que Endesa tiene previsto para Andorra y la comarca y para seguir generando «empleo y riqueza».

Un proyecto que prevé sustituir esta central de carbón por 1.800 megavatios de potencia de energía renovable y que seguirá manteniendo el nexo entre Endesa y la comarca, como ha existido en estos 40 años, ha apuntado.

A este respecto, el director general de Generación de Endesa, Rafael González, ha destacado que la compañía “no abandona” el territorio, sino que seguirá en la zona y que la primera piedra se pondrá en las próximas semanas.

Para el secretario general de UGT en Teruel y último presidente del comité de empresa de la térmica, Alejo Galve, el de hoy ha sido un día «triste», aunque confía en que sea «esperanza de futuro» para las alternativas planteadas y se cree el empleo necesario para que Andorra sea «lo que fue durante muchos años».Cerca de 250 trabajadores de Endesa y las subcontratas había en la central cuanto se cerró en 2020, ha recordado en declaraciones a Efe, de los que entre 80 o 90 de estas últimas empresas se han ido a «buscar a la vida» a comunidades como Andalucía, Cataluña o Castilla La Mancha.

En el desmantelamiento de la central, que se prolongará hasta 2025, trabajan 270 personas y «entre el 85 y el 90 %» son personas de la comarca, ha apuntado.

Uno de los extrabajadores de la térmica y vecino de Andorra, ya prejuilado, Pedro, ha expresado a EFE su tristeza tras el derrumbe de las torres porque ha pasado en ellas «muchos años», fue «de los últimos» en salir y cree que la ciudadanía de la comarca se siente «engañada» porque son «muchas promesas pero pocas realidades y no se ve alternativa».

También ve con pesimismo el futuro de la zona Joseba Díez Martínez, extrabajador de la central que no quiso participar en los trabajos de desmantelamiento y este viernes se ha acercado a ver caer las torres pese a ser un día «muy duro». Cree que los vecinos de la zona y los políticos «tenían que haber hecho más».

El desmantelamiento de la térmica seguirá su proceso y vivirá nuevamente un día importante el próximo año cuando se dinamite la chimenea de 343 metros de altura.

La térmica de Andorra, uno de los pilares de la economía turolense, se construyó entre 1974 y 1979 y se inauguró en 1981 produciendo en sus cuatro décadas de funcionamiento 224.000 GWh, equivalente al consumo de electricidad peninsular durante todo un año, para lo que necesitó 142 millones de toneladas de carbón, de las que 110,9 millones fueron de carbón nacional y 31,7 de carbón importado. 

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