Mónica Oltra, la actual vicepresidenta del Gobierno Valenciano, estaría acabada políticamente hablando. A un paso de acabar sentada ante un juez por haber ocultado los abusos a una menor de su entonces marido. Concretamente está acusada por la fiscalía de tres delitos muy graves como son prevaricación, abandono de menores y omisión del deber de perseguir delitos.
La fiscal que lleva el caso, Teresa Gisbert ha sido muy dura en su escrito de acusación y no se cree las palabras de la líder de Compromis, «resulta difícilmente creíble que no lo pusieran en su conocimiento desde el momento inicial y tanto más, cuando su marido fue suspendido temporalmente”, aduce la funcionaria de justicia.
Ahora tendrá que ser el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana quien decidirá si es imputada para sentarse en el banquillo y dar explicaciones de lo sucedido, ya que al estar aforada no ha podido ser juzgada por la justicia ordinaria.
Lo que sorprende además es que meses más tarde de conocerse los abusos por parte de Luis Eduardo Ramírez, su entonces pareja, siguió conviviendo con él, a pesar de que conocía los hechos infames por lo que ahora el abusador podría terminar en la cárcel si el Tribunal Supremo ratifica la sentencia y que ha sido sentenciado a cumplir 5 años en una prisión.
Si aún le queda decencia a esta política debería dimitir por el bien de su partido y no hacer más daño a la institución que representa. Pero a la vista de los acontecimientos parece que no es así, es más, interpreta un papel de víctima en todo esto ya que no piensa renunciar a su puesto como vicepresidenta alegando según sus palabras «la verdad es que ninguna de los 13 funcionarios investigados ni yo hemos hecho nada ilícito ni deshonesto».
En su argumento desesperado carga contra la extrema derecha por lo que considera una estrategia orquestada contra su persona y su círculo más cercano. Este tipo de maniobras es típico de alguien que se siente acorralado y piensa que los demás somos los que estamos equivocados con tal de seguir en su puesto y cobrando del erario público.
Es llamativo que una mujer que se enfunda en la bandera de la izquierda, reconozca ser feminista y luche por conseguir el reconocimiento del colectivo femenino en la sociedad, haya intentado tapar los abusos sexuales a una indefensa menor, que estaba siendo tutelada por los servicios sociales. El cinismo si cabe es aún mayor, «consejos vendo que para mi no tengo» cuando intenta en sus discursos a los ciudadanos, dar lecciones de moralidad y cargar contra la corrupción de sus rivales políticos, pero sin aplicarse ella misma el cuento que pregona.
A poco menos de un año para las elecciones autonómicas y municipales en España, el descrédito que tiene Oltra es máximo ,por los que bien podría hacer su partido presionarla para que abandone su cargo y Ximo Puig debería cesarla de manera urgente, si lo que pretende es dar un mensaje de que los políticos que son acusados de varios delitos deberían estar fuera de la vida parlamentaria.