viernes, marzo 29, 2024
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«Todos hacemos ‘lobby’ en nuestra vida desde que somos pequeños»

El escritor y lobbista David Álvaro nos concede una entrevista para esclarecernos qué es esta profesión tan desconocida. Estamos seguros que cambiará tu opinión.

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David Álvaro García (Madrid, 1986) es director de análisis, estudios y comunicación de la consultora Acento, una actividad que compagina con intervenciones en distintos medios y con la docencia en distintas universidades sobre comunicación, asuntos públicos o marketing político. Licenciado en Ciencias Políticas, se especializó en Administración Pública en la Universidad Complutense de Madrid.

Ha participado en varias campañas electorales, incluyendo la que llevó a Mariano Rajoy a la Moncloa en 2011 y las que le mantuvieron en el poder en 2015 y 2016. También ha trabajado en varias campañas municipales, autonómicas y europeas. Su pasión por escribir le ha llevado a ser ‘speechwriter’ de diferentes líderes políticos y a tener tres libros en el mercado. Para hablar de su última obra, ‘Lobby en positivo‘ (editorial Profit), recibe a Estrella Digital.

Pregunta: El libro que nos plantea David Álvaro, y su título, ‘lobby’ en positivo, es ya toda una declaración de intenciones, porque que haya que poner un adjetivo, digamos más saludable, para que sea entendida toda esta historia del ‘lobby’…

-Respuesta: Totalmente. Se suele decir que cuando una palabra lleva apellido suele tener connotaciones negativas. Cuando hablas de justicia y le metes el apellido social, justicia social, ya hay gente que le incomoda que ciertas palabras tengan matices, pero en este caso era imprescindible porque se da una doble circunstancia, que es que mientras en países anglosajones, como por ejemplo en Estados Unidos, la palabra ‘lobby’ es perfectamente entendida por toda la sociedad, en España y en algunos países europeos, tiene ciertas connotaciones negativas y gran parte de culpa la tiene la cultura popular entre ellas, por ejemplo, el cine.

-P: ¿Solo el cine?

-R: Cuando hablas de ‘lobby’ hay mucha gente que le viene a la cabeza, le evoca esa imagen de la película de ‘Todos los hombres del presidente’ del caso Watergate, donde los periodistas quedaban con un confidente, con una garganta profunda a altas horas de la madrugada, en un parking donde se producía un intercambio, daban las luces largas, llevaban la solapa subida y se piensan que el ‘lobby’ es eso.

Y no es así. No es quedar con un político o con un funcionario, y entregarle un maletín de dinero y me cambian la ley a mi gusto. El ‘lobby’ no tiene nada que ver con eso. Y por eso era necesario hablar de ‘lobby’ en positivo y explicar qué es el ‘lobby’, que es el objetivo que marcamos en este libro. Era necesario abrir un camino pedagógico didáctico que explique qué es el ‘lobby’, cómo funciona y cuál es esa cara positiva, fundamental en la articulación del ‘lobby’.

-P: En el propio prólogo del libro ya se habla y se nos acerca más a la figura del ‘lobby’, porque dice que todos hemos hecho alguna vez ‘lobby’ en la vida.

-R: Totalmente, por matizar y explicar a la gente que nos esté viendo o escuchando, que sepan que hacer ‘lobby’ no es otra cosa más que la puesta en común de intereses, demandas, o inquietudes que tiene la sociedad civil en su conjunto. No sólo las empresas privadas, sino determinados colectivos y asociaciones con la administración pública. Es un canal de comunicación, de cohabitación y de entendimiento entre dos esferas que tradicionalmente han caminado en forma paralela, pero no se han interconectado.

Y todos hacemos ‘lobby’ en nuestra vida desde que somos pequeños, como por ejemplo con nuestros amigos cuando nos juntamos para intentar en la escuela convencer al profesor de que el examen no lo haga la semana que viene, sino dentro de dos. O estás haciendo ‘lobby’ cuando, por ejemplo, con tu pareja o con tu familia intentas ir al sitio a cenar que a ti te gusta porque sabes que te tratan bien o que te gusta el menú que ponen por la noche.

Y eso en el fondo no deja de ser ‘lobby’ y el ‘lobby’ es tan antiguo como el propio ser humano. Si miramos la historia, ha habido casos de ‘lobby’ a lo largo y ancho de la historia, que si luego quieres que profundicemos en algún caso curioso, paradigmático, pues entramos en ello.

-P: Es como la palabra ‘hacker’ que está como condenada y hay ‘hackers’ éticos que ayudan a muchísimas empresas a que sus sistemas informáticos funcionen bien y con seguridad para ellos y para todos los ciudadanos. ¿cómo podemos definir de una manera sencilla para que una ama de casa o un cualquier persona pueda entender perfectamente cuál es el trabajo de un ‘lobista’?

R. Esto es complicado. Cuando yo empecé a trabajar en esto, la gente me decía, ¿pero a qué te dedicas? Sobre todo, la familia, tus padres, me decían: ¿Qué es eso del ‘lobby’? Bueno, pues básicamente el trabajo de ‘lobby’ no es más que un trabajo que lo que conlleva es un análisis de las políticas públicas.

Detectar un problema o detectar una cuestión que genere una incidencia en la sociedad civil o en el sector privado. Traducir todos esos escenarios en un lenguaje que comprenda el político, el funcionario o el cargo público y plantear estrategias. ¿qué sucede? Yo he estado en la administración pública. Cuando estás en la Administración pública, la gente desde fuera piensa que hay equipos ampliamente complejos con gente con una carga de profundidad ideológica muy amplia, y luego el funcionamiento de la administración es mucho más simple o más llano de lo que desde fuera puede parecer.

-P: ¿Qué aporta el ‘lobby’?

-R: Aporta toda esa capacidad de conocer determinados problemas, conflictos o situaciones complejas que se pueden afrontar desde las administraciones con un grado de; punto número uno, de practicidad, de tecnicidad y de profesionalidad. ¿Por qué? Porque hay gente que se dedica en cuerpo y alma a eso en esta oficina y en Acento tenemos un grupo de más de 30 personas, de los cuales la gran mayoría, el equipo que yo dirijo, los otros equipos que hay en la empresa, se dedican a comparar políticas públicas a hacer escenarios de análisis situacional un escenario positivo, un escenario negativo, un escenario medio.

Se dedican a proyectar políticas en el futuro y, sobre todo, a hacer ver a la administración pública problemas que se les pueden venir en el futuro. La ventaja que tiene el ‘lobby’ es que anticipa problemas que pueden venir más adelante. Sabemos que la Administración pública camina muy lenta. Se suele decir que da pasos como un elefante, no muy firmes pero muy pausados.

Y el sector privado, la sociedad civil, suele ir mucho más deprisa, que es lo que hace el ‘lobby’. Canalizar esos problemas y explicárselos a la administración pública para que sepa que puede afrontar una nueva situación que no tiene por qué ser problemática, que puede ser una situación de cambio. Y lo vemos en una sociedad como la de hoy en día, hiperconectada, altamente tecnologizada, con escenarios disruptivos, cambiantes.

Al final las políticas van muy deprisa y lo que hacemos es ponerlas en común con la administración.

P. Ahora que hablas de eso, se me viene a la cabeza que nuestros políticos normalmente van bastante lentos a la hora de ponerse a la altura de la sociedad. Sabemos que se presentó una propuesta para regular desde el Partido Socialista el entorno ‘lobbista’. De momento no sabemos nada. Estamos esperando noticias ¿a qué se debe a que se debe esta situación?

Estamos esperando noticias y lo que poca gente sabe y contamos en el libro, en ‘Lobby en positivo’, es que esto no es una cuestión novedosa de los últimos años, que este debate se lleva produciendo muchísimos años. Fíjate si se lleva produciendo años que, en el debate constitucional, en el seno de la elaboración de la Constitución, Manuel Fraga, uno de los padres de la Constitución, ya estableció que se pudiese introducir algún tipo de artículo de regularización, que normalizarse los ‘lobbies’ ,no hay que olvidar que Fraga venía de ser embajador en Londres.

Él allí en Londres había visto que había una tradición y una cultura de actuación de los ‘lobbies’ muy normalizada, y entendió que para clarificar y para dar un cariz de profesionalidad a la profesión del ‘lobby’, había que introducir un artículo en la Constitución.

-P: ¿Qué ocurrió con aquel artículo?

-R: Aquello no salió, y uno puede pensar era el año 78, veníamos de una dictadura, era un tiempo donde lo que había era que asentar los mimbres de una democracia. Pero cuando han pasado casi 40 años, pues uno no entiende que no se haya legislado en el año 2015. En el año 2010 durante el Gobierno del Partido Popular, el presidente del Gobierno, en los dos debates del Estado de la Nación, se comprometió a que hubiese una legislación de ‘lobby’. Aquella legislatura terminó, no se alcanzó consenso y no hubo ley de lobby. En 2018, cuando Pedro Sánchez llega al poder como nuevo presidente del Gobierno, se comprometió a una nueva ley de ‘lobby’. Estamos en 2022 y todavía no hay ley de ‘lobby’.

-P: Entonces ¿cómo se arreglan las administraciones públicas al respecto?

-R: Este es el lado negativo, pero también voy a ir al lado positivo. Como decimos en el libro: hablemos en positivo. Las comunidades autónomas y las entidades locales tienen capacidad para articular algún tipo de mecanismo que transparente el ‘lobby’, a través del registro de transparencia y, por ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid lo ha hecho, la Comunidad de Madrid lo ha hecho, la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia también lo ha hecho. Hay diferentes organismos y entidades que han llevado a cabo leyes de ‘lobby’ en su ámbito competencial, a nivel supranacional también lo tienes, porque la Unión Europea tiene leyes de ‘lobby’. Entonces falta el último espaldarazo, que es que el Gobierno de la nación de España se comprometa a algo que beneficie a todos. Beneficia a la Administración pública, beneficia a los que nos dedicamos al ‘lobby’ porque transparenta nuestra profesión y le da la profesionalidad necesaria, y beneficia a las empresas privadas y a la sociedad civil porque normaliza una actividad que, como decía al principio, se iba llevando a cabo desde los inicios de la historia.

P. Hablando de esto es lógico pensar, y además usted lo menciona en el libro, que es necesario que las instituciones y las empresas se vean abocadas a entenderse de manera continua. ¿Esto siempre es necesario?

R. Esto es imprescindible, sobre todo porque, como decía anteriormente, los cambios de la sociedad siempre van mucho más deprisa a los cambios de la administración pública. Y pongo un ejemplo concreto para que la gente lo entienda, si cualquiera de los que nos está viendo vive en un núcleo poblacional medio grande, sabrá que en las ciudades se ha producido un cambio en la movilidad. Antes, tradicionalmente, tú querías ir de un punto A a un punto B. Ibas andando o con tu coche particular metro, taxi, autobús y poco más. Hoy en día uno sale a la ciudad en Madrid, en Barcelona, en Valencia tienes VTC, puedes coger un coche alquilado y conducirlo tú mismo, puedes ir en bicicleta con motor o sin motor, puedes ir en patinete.

Es decir, hay un montón de opciones de movilidad más para que la ciudad no se convierta en una jungla de asfalto, en la que haya patinetes, en la que haya bicicletas y aquello sea una especie de anarquía, de movilidad, hay que legislar y hay que legislar con criterio y mirando las experiencias de otras grandes ciudades. Y para eso el ‘lobby’ es fundamental, porque el ‘lobby’ es capaz de poner a la administración pública ante los ojos de las empresas que gestionan estas nuevas formas de movilidad, a los ojos del ciudadano medio que va a utilizar estas, estas nuevas formas de movilidad y a preservar el statu quo que ya tienen los actores tradicionales. Pienso, por ejemplo, en el taxi, un sistema que permita la cohabitación sana entre vehículos, por ejemplo, licencias VTC, taxistas, ciudadanos y administración pública.

-P: Estamos aquí en Acento, en un ‘lobby’, a lo mejor esta pregunta no va a ser respondida, pero no todo serán ventajas.

-P: Desde luego hay muchísimas experiencias y a pesar de que el libro se llame ‘Lobby en positivo’, hay un capítulo entero dedicado a las experiencias negativas. ¿Por qué? Porque la mala fama que puede tener el ‘lobby’ viene de una confusión esencial, que es la distorsión entre la figura de un ‘lobista’ profesional y la figura de un conseguidor. Durante muchos años ha habido gente que con un aparatito muy sencillo que todos llevamos en el bolsillo, que se llama teléfono móvil, decía no te preocupes, que yo llamo a mi amigo o ministro, concejal o alcalde y te cambia la ley.

Eso no es un ‘lobbista’, eso es un conseguidor. En Estados Unidos hay un tipo muy curioso. A cualquiera que nos esté viendo le animo a que indague sobre él, que se llamaba Jack Abramoff, era un tipo que decía que era ‘lobista’, era un conseguidor que se jactaba de que tenía en nómina a más de 100 congresistas de los dos grandes partidos políticos y su premisa era muy sencilla, todo el mundo tiene un precio y sobre esa premisa lo que hacía era: «¿a ti te gustan los coches? Yo te compro un coche de alta gama y a cambio me cambias la ley». Esa gente que son conseguidores y no ‘lobistas’, son los que han dado mala fama al ‘lobby’.

-P: ¿En qué piensa un ‘lobista’?

-R: La gente que nos dedicamos al ‘lobby’, yo siempre digo que somos en el fondo opositores frustrados porque tenemos el Estado en la cabeza. Sabemos cuáles son los ámbitos competenciales, sabemos cómo funcionan las cámaras, el Congreso, el Senado, cómo puedes articular una pregunta parlamentaria, cómo puedes hacer incidencia a través de una PNL, cómo puedes hacer incidencia a través de un grupo parlamentario determinado. Y todo eso genera una complejidad que, al final, es cierto que deja un poso en muchas ocasiones positivo.

-P: ¿Podría ponernos otro ejemplo de ‘lobista’ poco ético?

-R:Hay infinidad de ejemplos de casos negativos a lo largo y ancho de la historia. Vuelvo a muchos ejemplos, en Hungría se dio una paradoja muy curiosa y es que era un país, hablábamos antes de leyes de ‘lobby’, donde había ley de ‘lobby’. Dejó de haber ley de ‘lobby’ porque el presidente del Gobierno tuvo tal presión de los llamados ‘lobistas’ que no eran ‘lobistas’, que al final eliminó la ley del ‘lobby’, volvió a dificultar que se transparentarse la acción. Allí que hacían, ahí quedaban en los palcos de los estadios de fútbol y hacían intercambios con los políticos de determinadas políticas públicas. Aprovechando que tenías al ministro o al director general entretenido con el fútbol y sabías que era un momento en el que te podían decir que sí más cosas. Todas esas malas experiencias son las que han dotado de un mal nombre el ‘lobby’. Y por eso es imprescindible hablar del ‘lobby’ en positivo.

P. Otro de los mantras que se repiten mucho en el libro es que ‘lobista’ no presiona, no coacciona, sino que convence, es más, usted usa una frase supuestamente atribuida a Kennedy que decía que los ‘lobistas’ me hacen entender una cosa en diez minutos, mientras que mis colaboradores tardan tres días.

R. Eso es, efectivamente, la virtud que tiene el ‘lobista’. Es, como te decía, la capacidad de análisis de políticas públicas, la capacidad de traducir lenguaje del sector empresarial, de la sociedad civil, en un lenguaje comprensible para el político, en un lenguaje que le sea familiar, que vea la virtud o el beneficio inmediato que puede tener la política, pero siempre dotándolo de estrategias y de argumentos.

Insisto que no es una cuestión de presión, porque si fuese una cuestión de presión, las empresas que nos dedicamos al ‘lobby’ seríamos muy pocas personas. Oye, para presión yo lo que necesito es a alguien influyente. Y, sin embargo, y esto es uno de los matices que tiene el ‘lobby’ en la propia definición de ‘lobby’. Si vas a la Academia de la Lengua o si vas a cualquier estudio académico sobre el ‘lobby’, te dice que lo puede desempeñar cualquier persona. No hace falta que seas influyente.

-P: ¿Por qué no es necesario ser influyente?

-R: Porque no buscas influir. Lo que buscas es trasladar a la administración pública un problema que o bien no es capaz de ver o bien no ha entendido o bien todavía no lo ha anticipado. Entonces tú lo que haces es dotar de toda una estrategia, de todo un marco conceptual que permite al político ver un problema y, como decía Kennedy, entender una dificultad en tres minutos o en diez minutos frente a sus asesores.

P. Y dentro de lo que supongo que usted conocerá de la regulación que se ha propuesto. ¿Cree que esto sería suficiente para acabar con esas malas praxis que puede haber dentro del colectivo ‘lobista’?

R. Para nada. La ley es un primer paso. Se suele decir que hecha la ley, hecha la trampa. Desde luego que sucede en la vida cotidiana, pero es fundamental que nos dotemos de un mecanismo, de un marco jurídico, de un marco legislativo que nos permita a todos actuar con las mismas normas. No tiene sentido que un ‘lobista’ trabajemos con profesionalidad, con honestidad, y con transparencia, y que enfrente tengas a alguien que no lo haga y que al final seáis juzgados de la misma forma. Por eso es imprescindible.

-P: ¿Cómo han funcionado en otros países esas legislaciones?

-R: Pero hay experiencias de países donde hay legislación del ‘lobby’ que no ha funcionado. Y te pongo un ejemplo muy curioso, el caso de los ingleses. Los ingleses son el ejemplo del ‘lobby’, pues hicieron una ley de ‘lobby’. Pero fíjate que curioso que en el primer artículo de su Ley de ‘Lobby’, hicieron una definición tan estrecha de ‘lobby’ que dejaba fuera al 99% de las personas que se dedicaban al ‘lobby’. Excluía a los sindicatos, confederaciones, colectivos gremiales, todos los sectoriales, a la Iglesia, excluye a todos aquellos que hacen ‘lobby’ en el seno de las empresas y solo aplicaba a agencias de constructoras de asuntos públicos.

Si tú eres, y aquí vamos a ponerle nombres y apellidos, Coca Cola y tienes un departamento de asuntos públicos y haces ‘lobby’. Tienen que aplicarte la ley, como se le aplica a una consultora. No tiene sentido que unos sí y otros no. Y hay, como digo, muchas instituciones que hacen ‘lobby’, los despachos de abogados lo hacen, y se les debe de aplicar una ley, por lo tanto, el paso primero es que haya una ley y el segundo es que en ese primer artículo haya una definición clara e inequívoca de qué es el ‘lobby’.

P. Quisiera preguntarle sobre otro libro que también ha escrito sobre Podemos. Se llama `Marketing marxista para partidos no marxistas’. Ese libro explica cómo nace un partido del hartazgo de la sociedad en un momento dado, cómo llega a lo más alto del estatus político y en 2015 comenzó el declive que estamos viendo hoy en día. ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Por qué piensa que ha pasado del éxito al fracaso una formación como Podemos?

P. Pues mira, te voy a te lo voy a contestar con una virtud y un defecto de Podemos. La gran virtud que tuvo Podemos fue ser capaz de traducir todo el ideario filosófico de la ciencia política que se había escrito durante siglos en política práctica. Está muy bien que tú leas a Platón, que leas a Sócrates, que leas a los clásicos griegos o que leas a los contemporáneos de la ciencia política.

Vas a ser el más listo, vas a ser el más teórico. Pero en la práctica, ¿cómo lo aplicas? Ese fue el éxito de podemos ser capaz de aplicar todo eso y lo aplicó además en un momento en el que fue capaz de entender que para crear un partido populista, que es lo que era Podemos y lo que sigue siendo, lo que tenías que hacer era aplicar una comparativa dicotómica entre quién estaba en aquel momento empezando a salir de la crisis y los que seguían en crisis, de tal forma que el discurso de Podemos lo que decía es: señor pensionista usted está cobrando la pensión mínima, no llega a final de mes.

Su vida es mísera y tiene muchas dificultades frente a un momento en el que, por ejemplo, un tipo como Amancio Ortega empieza a generar millones de beneficios todos los meses. En ese momento en el que comparas, la gente dice aquí hay algo de poso y algo de cierto. La derivada que tiene ese discurso es que estás poniendo las expectativas muy altas y es fácil poner expectativas altas cuando no tienes mochila previa.

¿Cuál es el problema? Cuando empiezas a aplicar tus políticas y llevas a cabo contradicción. ¿Qué generan las contradicciones? La frustración. Y en política, uno de los peores sentimientos que hay es la frustración. Cuando un votante se siente defraudado, no vuelve a confiar en ti. Y hay cosas estéticas. Por ejemplo, el cambio de vivienda de Pablo Iglesias cuando se fue a Galapagar es una cuestión estética, pequeña, pero que deja poso. A nivel imagen es capaz de articular el mismo pensamiento entre el Señor pensionista, el chaval que está yendo al instituto y el trabajador medio con cualquier pensamiento. Este tipo me promete una cosa y luego se ha aprovechado de mi confianza para sus propios intereses.

-P: ¿Pero esa frustración puede ser peligrosa?

-R: Otra cosa de la cual creo que debemos estar muy orgullosos en España, en este país. Y es que a pesar de que somos un país que hablamos muy mal de nosotros mismos. Somos un país que somos modélicos, que somos ejemplares y que tenemos unas instituciones muy potentes y poderosas, el sistema democrático español no permite grandes perversiones.

Si tú puedes llegar con un modelo populista, me da igual que sea de izquierdas o derechas, estoy hablando de Podemos, pero a la derecha también hay movimientos populistas, que cuando llegas al poder, el sistema político español no te permite hacer grandes locuras, hablando en plata, y eso, al final, desgasta y frustra. Pablo Iglesias pensaba que iba a llegar e iba a poder nacionalizar, por ejemplo, las eléctricas, un tema muy de actualidad, y te das cuenta que no es tan sencillo, que hay cosas que necesitas una amplia mayoría para que el Estado español no cambie tanto su filosofía y su forma de ser.

Y entonces eso es una gran virtud, porque al final, con independencia de los políticos que tengamos, el Estado es tan poderoso que no permite grandes vaivenes, eso genera frustración en alguna gente. Y por eso los partidos populistas, sea Podemos, sea cualquier otro, tienen una capacidad de crecimiento muy elevada, pero a la vez caen muy deprisa.

P. Siempre se habla de la división de la izquierda. Ahora que ya sabemos los resultados de las elecciones de Andalucía hemos comprobado los malos resultados de los partidos de izquierda.

Bueno, esto creo que no debería pillarnos por sorpresa. Cualquiera que estudie la política práctica, la ciencia política o la propia historia, se va a dar cuenta que tradicionalmente los partidos que se ubican a la izquierda del centro izquierda suelen ser muy viscerales. Con esa concepción un poco trotskista de matarse entre ellos. Y eso ha pasado toda la historia de la humanidad en Occidente y está sucediendo ahora, ¿no?

Las formaciones que se ubican a la izquierda del PSOE se están disgregando en un momento en el que Podemos ha dejado de verse como esa plataforma política que podía articular los sentimientos de alguien que era un descontento, de alguien que se consideraba clase media frustrada o de alguien que simplemente aspiraba a un cambio político.

P. Me parece muy interesante, porque sí que es cierto que la izquierda hace años, y además me lo comentó un amigo del periódico no había nacido ni Podemos, nos lo dijo por este asunto, pero de otra manera. Nos decía este amigo del periódico que si un día en el partido solo quedáramos dos, seguramente que habría tres corrientes.

Totalmente. Es que en el fondo hay una cuestión como tú bien apuntabas, que son partidos muy ideologizados, que derivan en otra consecuencia, que es el dogmatismo, al final buscan la pureza ideológica: «yo soy comunista». Y entonces cuando intento articular una alianza entre el Partido Comunista, Izquierda Unida, bajo el paraguas de Podemos, se abren tantas familias de vertientes ideológicas que en el fondo son matices, son cuestiones muy para cafeteros, por así decirlo, para gente muy especializada.

Pero esos matices ideológicos les generan unas fronteras morales tremendas, porque hay un punto de superioridad moral de mi ideología. El comunismo clásico tradicional es mejor que tu ideología de izquierda pragmática o que tu visión socialdemócrata. Y en esa pelea de ética de votos, la gente huye de esas formaciones.

-P: Ya una última pregunta y usted ya es una persona curtida en muchas campañas electorales. ¿Los partidos políticos innovan sus campañas? Es que siempre da la sensación de que esto es siempre lo mismo.

R.  Se innova poco. Aquí tenemos una diferencia. Si uno mira, por ejemplo, a Estados Unidos, los partidos políticos no son plataformas que existan de manera perpetua, sino que son plataformas electorales. Aquí en España los partidos políticos son estructuras tradicionales, donde también creo que hay que hacer un análisis crítico. Tienen una infinidad de virtudes. Los partidos políticos son imprescindibles en democracia, son los que posibilitan los cambios políticos, los que aplican las políticas públicas, pero también hay que decirlo todo, son maquinarias que al final lo que generan es una cierta perversión.

-P: ¿En qué sentido generan perversión?

-R: Porque en muchas ocasiones son maquinarias que expulsan talento a todo aquel que tiene una capacidad, una visión crítica, o una visión innovadora, pues es visto con ojos de amenazante. Y eso es un pequeño pecado que tienen los partidos políticos. Les sucede a todos, no es un mal endémico español o patrio, sino que sucede en todas las naciones del mundo, allá donde hay un multipartidismo, y donde hay un único partido, ya ni te cuento. Pero es cierto que se innova menos.

Como digo, es una tónica general. La Administración pública o los partidos políticos van siempre un paso detrás de lo que va el sector privado. En él ves mucha más innovación, mucha más capacidad de atrevimiento.

Yo creo que en política lo que hay que tener es convencimiento. Y si tú estás convencido de tus ideas y de tu proyecto, lánzate a innovar, lánzate a llegar a plataformas diferentes. Hay casos muy llamativos en Latinoamérica hemos visto candidatos de 70, 80 años que han hecho campaña en Tik Tok y les ha ido bien y han acaparado votos de chavales de 18, 19 y 20 años.

En política, contribuyó mucho Obama a cambiar la mentalidad comunicativa. También generó un problema, que es que todo el mundo quería ser Obama y en política lo que se premia es la autenticidad.

-P: Sí, desde luego. Pues esperamos que estas explicaciones que nos ha dado sobre tu libro, en primer lugar, animen a la gente a leerlo. A que lo compren y lo lean. Segundo a segundo lugar, a que entiendan que es esto del ‘lobby’. Así que muchísimas gracias y gracias. Muchas gracias por estar con nosotros en Estrella Digital.

-R: Es un placer. Gracias.

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