El matrimonio bien avenido que tenía Podemos con la ministra de Trabajo y vicepresidenta Yolanda Diaz, podría acabar en un próximo divorcio. Sobre todo si tenemos en cuenta que en 2023 se avecina un año electoral muy intenso con elecciones autonómicas y municipales en mayo y en diciembre previsiblemente las generales.
La figura de Pablo Iglesias como instigador de la ruptura parece cobrar cada día más fuerza. Esta teoría emerge si nos atenemos a las declaraciones realizadas en los últimos días. En ellas, Iglesias lanzó una crítica a la que fue su apuesta personal cuando abandonó el partido morado, con el fin de recordarle que aún maneja el poder en la sombra.
En una intervención en la Cadena Ser esta semana, el ex vicepresidente afirmaba: «Compañera, que te hemos hecho vicepresidenta, que te hemos hecho ministra, respétanos, que lo que has hecho en Trabajo es histórico, gracias a que existió un partido que te defendió como ministra de Trabajo, que no fue el tuyo, que fue Podemos«.
Ante esta dura crítica, el entono de la titular de Trabajo señalaba que no a va entrar en una carrera de insultos, sobre todo cuando ha empezado a rodar su proyecto «Sumar» y quiere aparecer de cara a la opinión pública con una imagen de «escuchar a los ciudadanos» y no enzarzarse con disputas políticas con el partido morado.
La idea de que su plataforma se convierta en un partido político está cada vez más cerca y eso está poniendo nerviosos a los líderes de Podemos, porque muchos votantes podrían meter la papeleta en la nueva formación.
Alternativa en Podemos
Desde las filas de Unidas Podemos, tienen pensado un posible recambio en caso de que la vicepresidenta opte por presentarse con unas nuevas siglas. Cobra fuerza la opción de que la ministra de Igualdad, Irene Montero, sea la cabeza de cartel para las próximas generales.
Desde el espacio confederal creen que puede darse la circunstancia de que Díaz y Podemos concurran en listas distintas, dado el nivel de enfrentamiento que ya han alcanzado y que pueda ir a más en los próximos meses.
La noción para identificar diferentes animales viene definido por conceptos, fruto del conocimiento científico; eso es la identidad animal.
Los aspectos sociales se determinan en el ámbito de la sociología, psicología, historia, y otras ciencias llamadas todas ellas, en general, ciencias sociales. La identidad de una persona es sobrevenida a la naturaleza de la identidad animal. Una persona primero nace, como nace un animal en la naturaleza, y, posteriormente, se hace un ser social en la sociedad.
Por otra parte, el concepto identidad de género, en su uso para determinar una persona, genera confusión, por no ser en sí mismo, este concepto, un concepto que pueda definir nada. La palabra género, en sí, no es nada, no puede identificar nada. Tiene, siempre, que ir acompañada de lo que quiere definir.
Para comprender como su uso esta en la base de pensamientos ideológicos, que quieren transformar la sociedad a su conveniencia, hay que observar su ambigüedad:
La trasposición de la palabra género al significado sexo se produce en su uso ambiguo en las dos identidades: identidad animal, identidad social.
El sexo de la naturaleza animal siempre viene deteminada por la identidad animal; la identidad social le sobreviene posteriormente.
El concepto identidad de género se usa indiscriminadamente y a conveniencia social, osea ideológica. Es la indefinición de su misma comprensión la que facilita este uso irracional.