El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha presidido este martes la conmemoración en España por el Día Europeo en Recuerdo a las Víctimas del Terrorismo, convocado por la Comisión Europea cada 11 de marzo, fecha del atentado yihadista perpetrado en Madrid en 2004, el crimen terrorista con mayor número de víctimas mortales sufrido no solo por España, sino también en toda la Unión Europea.
En el acto, que se ha celebrado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se ha hecho entrega, a título póstumo, de once grandes cruces de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a otras tantas víctimas mortales de distintos atentados, una medalla que, en palabras del ministro, “es el símbolo con el que queremos demostrar nuestra cercanía a las familias”.
Mantener la memoria de las víctimas
En su intervención, Grande-Marlaska ha explicado que “la esencia de esta conmemoración es mantener la memoria de las víctimas del terrorismo y sus familias, porque su asesinato es una ignominia que nos interpela a todas y todos para siempre”.
“Nadie puede discutir ya que las víctimas del terrorismo sois uno de los pilares éticos de nuestro sistema democrático, símbolo de la defensa de nuestras libertades y del Estado de Derecho que los terroristas pretendieron destruir”, ha añadido.
El acto ha servido para entregar, a título póstumo, la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a once personas asesinadas por distintos grupos terroristas a las que en su día se les concedió este galardón, pero cuyos familiares, por distintas razones, no pudieron acudir a recogerlo en su momento.
Estas son las víctimas a cuyos familiares se ha entregado este martes la condecoración que ya les había sido concedida por el Ministerio del Interior:
- Manuel Pérez Vázquez, guardia civil, fallecido como consecuencia de los disparos de tres individuos de la organización terrorista ETA a los que intentaba identificar el 3 junio de 1974 en Beasain (Guipúzcoa).
- José Luis García Lozano, coronel del ejército de tierra y segundo jefe del gobierno militar de Guipúzcoa, de 56 años, fallecido el 2 de enero de 1991 en San Sebastián como consecuencia de los disparos efectuados por unos individuos de la organización terrorista ETA cuando se detuvo su vehículo en un paso de cebra.
- José Manuel Juan Boix, estudiante, fallecido a los 19 años como consecuencia de las heridas sufridas en el 29 de julio de 1979 al hacer explosión un artefacto colocado por la organización terrorista ETA en la Estación de Chamartín de Madrid.
- Argimiro García Estévez, guardia civil, fallecido a consecuencia de los disparos de miembros de la organización terrorista ETA, que le ametrallaron desde un vehículo cuando patrullaba por una calle de Mondragón el 11 de diciembre de 1974.
- Simón Cambronero Castejón, policía nacional, asesinado el 8 de febrero de 1979 por disparos de miembros la organización terrorista GRAPO cuando prestaba servicio de protección a los repartidores de butano en el Paseo de Pujadas de Barcelona con motivo de la huelga de este colectivo.
- José Antonio San Nicolás Sánchez, policía nacional, ametrallado por el GRAPO cuando se encontraba prestando servicio en la puerta del Cuartel de La Verneda en Barcelona el 8 de octubre de 1975.
- Adolfo Cotelo Villarreal, abogado, tiroteado el 3 de marzo de 1980 en la Plaza de Rubén Darío de Madrid por un terrorista del Frente Popular para la Liberación de Palestina, cuando se encontraba en su vehículo junto a dos de sus hijas, una de las cuales sufrió heridas graves.
- Ian Moore Wilson, ciudadano canadiense fallecido en el atentado yihadista de las Ramblas en Barcelona el 17 de agosto de 2017. Su mujer también resultó gravemente herida.
“Iniciativa acertada”
Además, el ministro del Interior ha entregado sendas grandes cruces a otras tres víctimas mortales cuyos familiares han podido solicitar esta condecoración gracias a la reforma de la Ley 29/2011, de 22 de septiembre, de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo, impulsada por el Ministerio del Interior y que, desde el 1 de enero de 2022, suprime el plazo máximo legal de solicitud de este tipo de reconocimientos.
En virtud de esa reforma, este martes han recibido la gran cruz los familiares de las siguientes víctimas del terrorismo:
- Arturo Manuel Pajuelo Rubio, sindicalista muerto a los 33 años como consecuencia de las lesiones sufridas al ser agredido con armas blancas por miembros de la banda de extrema derecha denominada Primera Línea el 1 de mayo de 1980, tras su participación en la manifestación convocada por Comisiones Obreras en esa fecha.
- José Luis Vicente Cantón, agente inmobiliario asesinado por miembros de la organización terrorista ETA en la puerta de su domicilio en Vitoria, el 31 de diciembre de 1978. Tenía 52 años de edad, estaba casado y era padre de cinco hijos.
- Vicente Cuervo Calvo, trabajador de 21 años, asesinado el 10 de febrero de 1980 por un miembro de un grupo de extrema derecha cuando se manifestaba contra una concentración de la organización sindical Fuerza Nueva del Trabajo que había sido declarada ilegal.
Grande-Marlaska ha recordado que la ley española “ha sido pionera en la protección integral de sus víctimas del terrorismo, inspira la normativa de los países de nuestro entorno y ha sido uno de los pilares en los que se ha apoyado Naciones Unidas para facilitar un modelo legislativo en la protección de las víctimas a terceros países”.
Sin embargo, proseguía el ministro, después de más de una década de aplicación era necesario mejorarla. Una de las modificaciones introducidas, la supresión del plazo máximo para la presentación de solicitudes, ha permitido que, desde el 1 de enero de 2022, se hayan recibido más de 700, la mayoría correspondientes a atentados perpetrados hace muchos años y que ya están siendo tramitadas por la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo.
“Hoy sabemos que nuestra iniciativa fue acertada y que familias que llevaban muchos años sin una reparación, aunque sea honorífica, ahora pueden sentirse más reconocidas, más reconfortadas y recordadas por el conjunto de los españoles y sus instituciones”, ha añadido Grande-Marlaska.
La ceremonia de entrega de las grandes cruces ha sido conducida por Eva Domaika, periodista de la Cadena SER / Radio San Sebastián, donde dirige el espacio La ventana de la memoria, por el que la Fundación de Víctimas del Terrorismo le concedió el pasado en diciembre de 2021 el Premio de Periodismo Fernando Delgado.
En nombre de todos los condecorados ha intervenido Belén Salgueiro Vázquez, hija del guardia civil Aurelio Salgueiro López, asesinado por miembros de la organización terrorista ETA cuando se dirigía a su cuartel en la localidad guipuzcoana de Mondragón el 28 de agosto de 1978. Además, durante el acto el Berlín Quartet ha interpretado algunos fragmentos musicales.
“Afirmo que la sociedad española está comprometida con la memoria de las víctimas del terrorismo, porque defendieron el Estado de derecho para nosotros con su vida, y preservar su memoria es, por tanto, un ejercicio de respeto y de justicia, y también un instrumento esencial para que las generaciones venideras sean conscientes de la gravedad de lo sucedido, del dolor que el terrorismo provoca a toda la sociedad y, de esta manera. prevenir que vuelva a ocurrir”, ha concluido el ministro del Interior.
Los atentados yihadistas cometidos el 11 marzo 2004, tres días antes de las Elecciones Generales, desataron en España un terremoto político cuyas consecuencias aún perduran.
Los cuatro o cinco principios básicos, que sustentaban el espíritu de concordia desde que se inició la “transición” en los años 70, desaparecieron a partir de estos atentados. PSOE y PP utilizaron los atentados según sus intereses, con el consiguiente advenimiento de Zapatero.
El gobierno se precipitó con un telegrama a embajadas y organismos internacionales el mismo día 11, a las 17:30 hrs., acusando a la banda criminal ETA como autora de los atentados. Este fue el origen y causa de la manipulación mediática que vino después.
Pedro J Ramírez, Casimiro García Abadillo y Federico Jiménez Losantos, con mentiras y medias verdades, acusaron a policías, jueces y fiscales de conspirar para encubrir a terroristas (por ejemplo, «Informe ácido bórico», 2006). Con sus “teorías de la conspiración del 11 M”, ignoraron y despreciaron las sentencias de Audiencia Nacional (2007) y Tribunal Supremo (2008).
Con su mala praxis periodística dividieron a las victimas y causaron la crispación social y política cuyas secuelas aún están presentes.
Aún, en junio de 2009, estos periodistas seguían insistiendo en la autoría de la banda criminal ETA con la promoción del libro «Titadyn» (nombre de dinamita utilizada por ETA). Casimiro García Abadillo lo prologó con una extensa recopilación de las “teorías” y las especulaciones que ellos habían inventado y difundido.
Nunca debió de darse esta situación. Los TEDAX, dos horas después de las explosiones, 10:00 horas del mismo día 11, antes de neutralizar dos bombas que no explosionaron (Atocha y El Pozo), observaron que la sustancia explosiva era de color blanco. No de color rojo como la dinamita Titadyn utilizaba ETA. Datos comunicados inmediatamente a las autoridades policiales.
Así consta en página 30 y en documento oficial nº 5 del anexo del libro «Las Bombas del 11-M. Relato de los hechos en primera persona». (Amazon 2014) del que fuera jefe de los TEDAX, comisario Juan Jesús Sánchez Manzano. Acceso gratuito biblioteca universitaria Dialnet.
En el 2022 se estrenaron dos documentales, una en Netflix, “11 M (2022)” y otra en Amazon, “Desafío: El 11 M”. Ambas muy interesantes e ilustrativas con la intervención de los protagonistas, victimas, jueces, fiscales, policías, bomberos, servicios sanitarios, periodistas, políticos, ….