El grupo parlamentario Vox ha abandonado el primer pleno del Congreso en el que se permitió el uso de lenguas cooficiales en señal de protesta, después de intentar interrumpir la primera intervención en una lengua cooficial, que realizó el diputado del PSOE, José Ramón Besteiro, en gallego.
El Congreso registra la reforma para el uso de lenguas cooficiales
A la salida del hemiciclo, los diputados de Vox dejaron pinganillos en el escaño de Pedro Sánchez, quien no estaba presente en el debate debido a su participación en la cumbre de la ONU en Nueva York.
José Ramón Besteiro subió a la tribuna para defender la propuesta de reforma del Reglamento que permitiría el uso del gallego, el euskera y el catalán en la Cámara. Tras dar los buenos días en castellano y en las tres lenguas mencionadas, agradeció a su grupo por permitirle utilizar el sistema de traducción simultánea instalado para que todos los diputados pudieran entenderse en el Salón de Plenos. Destacó que era un «doble honor» hacerlo en su lengua materna, el gallego, y alternó entre el gallego y el castellano en su discurso.
Las lenguas cooficiales se escucharán en el Congreso desde el martes
La diputada de Vox, María José Rodríguez de Millán, interrumpió a Besteiro para pedirle que hablara en castellano argumentando que el cambio en el reglamento aún no había sido aprobado y que la presidenta estaba permitiendo que los diputados hablaran en lenguas distintas al castellano. La presidenta de la Cámara, Francina Armengol, le respondió que debían permitir a Besteiro hablar y que no podía interrumpir al orador, lo que llevó a los diputados de Vox a abandonar sus escaños y salir del hemiciclo.
Posteriormente, el líder de Vox, Santiago Abascal, explicó en Twitter los motivos detrás de la decisión de abandonar el pleno, expresando su indignación por el uso del gallego, la lengua de sus abuelos, como «herramienta de odio y división«.
A pesar de su breve regreso al pleno, los diputados de Vox volvieron a abandonar el hemiciclo cuando el portavoz del PP, Borja Sémper, alternó el vasco y el castellano en su discurso.
La sesión comenzó con la protesta de la portavoz del PP, Cuca Gamarra, quien reclamó que no se emplearan las lenguas cooficiales en el debate que reformaría el Reglamento de la Cámara para permitir su uso. El PP considera que el uso de estas lenguas antes de la aprobación de la reforma va en contra de la legislación vigente.
A pesar de las protestas, la sesión continuó con la utilización de las lenguas cooficiales y se contó con seis traductores que trabajaron de forma remota. La expectación en la Cámara Baja fue notable, y varios líderes políticos hicieron declaraciones destacando la importancia histórica de este momento.
Lo que piensa la tertulia «Frente de Vejentudes», que tiene blog propio, «Españoles quemados», sobre los pinganillos:
Adolfo es claro y tajante: “Si frente a mí hay una persona con la que me puedo comunicar en el idioma oficial del país al que ambos pertenecemos y le hablo en un idioma de ámbito regional, está claro que no tengo interés en que me entienda. Es como si, dominando yo el alemán, me presentan a un germano en el casino de Cuenca y me empeño en hablarle en español. Tal comportamiento tiene un calificativo tan feo y denigrante que me resisto a reproducirlo”.
Nicasio comienza haciéndose preguntas: “Si ya no se puede obligar a utilizar el español en el Congreso, ¿me podrían obligar a colocarme un pinganillo y aceptar a pie juntillas lo que me traduzca el intérprete? Y en justa correspondencia, si yo, como diputado me dirijo a un/a señoría vasca, no deberían traducirle a euskera mis palabras? ¡Ah, que esa señoría no precisa traducción! Pues yo exigiría que se las tradujeran o el principio de igualdad se va a hacer puñetas. Más claro, agua: hay españoles de DNI que no desearían serlo. Este asunto no deja ser armamento político para alimentar las “guerras de independencia.”
El amigo Venancio apoya lo dicho por Nicasio. “Pinganillo para cada una de las 350 señorías, no sólo para quienes únicamente hablan español. O todos o ninguno. Y en las interpelaciones en un idioma regional, una gran pantalla donde aparezca todo escrito en español, por si el intérprete mete la patita. O bien que la presidenta del Congreso le traslade la pregunta al interesado, para darle un poquito más de trabajo. Añade que si él fuera diputado no se pondría el pinganillo en ningún momento, y pediría que las intervenciones en otra lengua se las sirvieran escritas y traducidas. Ahí queda eso. En un arrebato de humor, Venancio nos pide que imaginemos a un conserje, a la entrada del hemiciclo, junto a una mesa llena de pequeños dispositivos y a quien se le traba la lengua y va anunciando: ¡Señorías, pringadillos! ¡Perdón, pinganillos!
El amigo Juan vuelve a recordarnos por enésima vez la frase de don Miguel de Unamuno que hoy se hace vigente: “España, país de locos; y cuando no, de tontos”. Lamentablemente se podría completar con “Y cuando no, de ovejas”.
En fin, cosas de viejos que toman café juntos.