Durante su turno de palabra en la sesión de investidura que se celebra este jueves en el Congreso de los Diputados, Aitor Esteban, el portavoz del Partido Nacionalista Vasco (PNV), ha establecido las condiciones bajo las cuales su partido apoyará al gobierno de Pedro Sánchez.
A pesar de un voto favorable, Esteban enfatizó la naturaleza «exigente y vigilante» de este apoyo, subrayando la desconfianza generada por incumplimientos en la pasada legislatura. «No se le pide nada que no posibiliten las leyes, que no sea posible con voluntad política», afirmó Esteban, asegurando que el aval de sus cinco diputados dependerá del cumplimiento del acuerdo firmado el pasado viernes.
En un discurso que combinó ingenio y claridad política, Esteban expresó su desconfianza hacia el gobierno, usando metáforas del rugby para ilustrar sus puntos. «No me llamo a engaño, ya nos conocemos todos del último partido», dijo, haciendo referencia a la complejidad y desorden esperados en la política.
La condición principal para el apoyo del PNV es el cumplimiento de un acuerdo de 10 páginas, que abarca desde el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika hasta modificaciones en la prevalencia de convenios laborales en Euskadi. Esteban se mostró firme en esta demanda: «Quiero pensar que sí, que una firma, como la estampada por usted en el acuerdo firmado con mi partido, compromete».
Esteban también criticó la gestión de la legislatura anterior, rechazando la idea de que los grupos parlamentarios puedan imponer unilateralmente sus programas electorales tras la investidura. «Eso se acabó. Así no podemos funcionar», afirmó.
Además, Esteban aprovechó la oportunidad para dirigirse a la bancada popular y a su líder, Alberto Núñez Feijóo, con comentarios que sugieren futuras revelaciones y una crítica en forma de rima sobre la alianza con Vox.
Esta declaración del PNV se produce en un contexto político complejo, donde la estabilidad del gobierno de Sánchez podría depender en gran medida del apoyo condicionado de partidos regionales como el PNV. El equilibrio entre las demandas regionales y las necesidades nacionales sigue siendo un desafío clave en la política española.