La Semana Santa 2024 va a pasar a la memoria del más de medio millón de cofrades y 8 millones de andaluces por…apenas tener memoria de ella. La borrasca Nelson ha tirado por tierra los planes de todas las hermandades y cofradías, la ilusión de todo un año de preparación y el esfuerzo que hay detrás de tantas y tantas personas para que una imagen salga a procesionar durante ‘tan solo’ unas horas por las calles del centro de su pueblo o ciudad. El Jueves Santo quedó en prácticamente nada ya fuera por la lluvia, la amenaza de la misma o los fuertes vientos que ya comentábamos días atrás en Estrella Digital.
También caía una tremenda tromba de agua en la mañana del Viernes Santo, tal como se preveía desde antes de que comenzara esta Semana Santa. Unos resultados que de seguro afectarán de manera notable al retorno económico que tenga Andalucía en esta Semana Santa. Se prevé que la pérdida sea de unos 30 millones de euros, pero podría ser bastante más teniendo en cuenta como el temporal no ha dado tregua en ningún momento. De esta manera, ni los días en los que más intensamente se vive la Semana Santa se han salvado de las inclemencias del tiempo.
Y es que la estampa de esta Semana Santa era más propia de los tiempos del covid-19 que de un mundo que ya hace casi un año que declaró el fin de la pandemia. Calles desiertas, casi fantasmales, cuales planos de ‘Soy leyenda’, con un cielo gris ominoso y un silencio atronador. Se podía ver gente reuniéndose cerca de los templos para ver la salida de su procesión, si es que salía – dado que muchas veces la decisión de suspenderse o no se producía justo en el momento en el que debían salir, para mayor incertidumbre de todos los cofrades de cada una de las hermandades.
Si uno miraba arriba, la angustia crecía: uno sabía, simplemente sabía que iba a llover, como en esas escenas de series y películas en las que detallan el inicio de una tormenta. Pero era peor cuando las gotas se hacían esperar, como si alguien hubiera puesto la pausa en esa película. Uno sabe que el cielo se va a abrir en el próximo segundo, pero ese segundo se convierte en unas horas. Y esas horas en una eternidad (incluso si la probabilidad de lluvia según Meteosat es de un 100%). El viento no ayudaba precisamente a calmar los ánimos, cual tormenta perfecta a punto de caer sin piedad.
Salir o no salir: una decisión de tremendo peso para los hermanos mayores en cada Semana Santa
Los hermanos mayores de las hermandades tienen un verdadero ‘papelón’ en estas circunstancias. Si suspenden la procesión, es un gran dolor para toda la hermandad, teniendo que tomar esta decisión sabiendo la probabilidad de que llueva no sólo en ese momento, sino en todas las horas en las que se va a procesionar. Fue lo que ocurrió el Miércoles Santo con varias procesiones en Sevilla, canceladas sabiendo que se la jugaban al estar más de ocho horas en la calle, hasta pasada la 1 de la madrugada. También ocurrió en Jerez con todas las procesiones del Jueves Santo.
Pero tomar la decisión contraria también puede ser muy arriesgado. Que se lo digan, si no, al ya ex hermano mayor de la Clemencia, quien decidió desafiar a los cielos y salir el Martes Santo en Jerez. La apuesta salió mal y tuvieron que refugiarse de la lluvia en la Catedral y acortar el camino de vuelta, sin estar acompañado de la banda musical ni del resto del cortejo en la vuelta al templo. Miembros de la propia agrupación musical de La Clemencia le agredieron verbalmente (también a su familia) y zarandearon. A la mañana siguiente, comunicaba su dimisión como hermano mayor.
Lo ocurrido en La Clemencia sirvió a modo de ‘aviso’ de lo que podía ocurrir el resto de días, teniendo en cuenta además que ese Martes Santo era de los días con mejor pronóstico meteorológico en esta Semana Santa afectada por la borrasca Nelson. Incluso sin que el Jueves Santo llegase a llover en Jerez, la estampa tenebrosa, propia de lo que se recordaba que ocurrió en Jerusalén más de dos milenios antes, llevaba a que decidieran no jugársela y jugarse la integridad de un patrimonio sacro muy valioso, de cientos de euros por cada metro de tela en casos de mantos con hilo de oro.