Juan Lobato ha presentado su dimisión como secretario general del PSOE-M tras la creciente presión interna provocada por el polémico registro notarial de una conversación de WhatsApp entre Lobato y Pilar Sánchez Acera, en la que el exlíder de los socialistas madrileños recibía un correo electrónico con información confidencial sobre la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Un gesto que fue interpretado por algunos dirigentes socialistas como un acto de desconfianza sin precedentes hacia el propio partido.
De modo que, pese al intento de Lobato de resistir la presión, aferrándose al cargo y denunciando un “linchamiento” en su contra, las tensiones entre el secretario general y la cúpula nacional del PSOE se volvieron tan intensas en los últimos días que su continuidad al frente de la federación madrileña resultó insostenible.
En este sentido, fuentes cercanas a Lobato apuntan que, más allá de las críticas que se fueron conociendo desde el día lunes, la decisión de dimitir tomó fuerza con la oposición de los secretarios generales de la agrupación en municipios como San Fernando de Henares o Parla y, especialmente, con la recomendación de su portavoz adjunto en la Asamblea de Madrid, Jesús Celada, quien habría hecho saber a Lobato que lo mejor para el PSOE madrileño era dar un paso al costado. Una evidente pérdida de apoyo que coincidió con la presión desde Ferraz para que Lobato abandonara el cargo.
No obstante desde la dirección nacional del partido, el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, expresó su “respeto” hacia la “decisión personal” de Lobato y sostuvo que “en ningún momento” se presionó al exlíder madrileño para que dimitiera.
Una carta de despedida dirigida a la militancia
En el comunicado remitido a los medios, Lobato justificó su renuncia afirmando que busca evitar un daño mayor al partido. “He tomado la decisión de no continuar como secretario general del PSOE de Madrid para poner freno a una situación de enfrentamiento y división grave que solo iba a dañar al PSOE en Madrid y a los avances en la unidad que habíamos conseguido en estos tres años”, escribió Lobato.
En este sentido, el exlíder madrileño subrayó que siempre había querido construir un proyecto “ambicioso y con ilusión para Madrid”, pero reconoció que su estilo político, basado en el diálogo y la cooperación, ya no es compatible con las actuales dinámicas del PSOE. “No creo en la destrucción del adversario, en la aniquilación del que discrepa y del que piensa diferente. Para mí, la política es otra cosa. Y la lealtad a mi partido es trabajar para poner en marcha sus principios”, afirmó Lobato, subrayando su compromiso con la ciudadanía y con la mejora de los servicios públicos, como pilar fundamental de la ideología socialista.
Finalmente, Lobato agradeció a los miles de militantes de toda España por el apoyo que ha recibido en los últimos años y expresó su respaldo a la nueva dirección “para que pueda hacer el mejor trabajo posible en Madrid y en España”.
El futuro del PSOE-M
Con la partida de Lobato, todos los ojos están puestos en el ministro de Transformación Digital, Óscar López, quien se perfila como el candidato favorito de Ferraz para asumir el cargo y poner fin al ciclo de inestabilidad que ha marcado al PSOE-M desde que Isabel Díaz Ayuso asumió el poder en 2019. De modo que Lobato se suma ahora a la lista de figuras que no han logrado desafiar con éxito el dominio del PP en la región, incluyendo a políticos como Ángel Gabilondo y, en su momento, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
Se trata, por tanto, de un importante cambio en la dirección del PSOE-M que probablemente se ratifique durante el Congreso Federal del partido en Sevilla, planteando un importante desafío sobre la reconstrucción de la federación madrileña para superar el desgaste provocado por los recientes acontecimientos.