El presidente de Renfe, Raül Blanco, dejará su cargo al frente de la empresa pública el próximo 14 de enero, cuando se oficialice, según ha adelantado El Economista. Esta renuncia se debe a «motivos personales» para pasar del ámbito público al sector privado en busca de nuevos objetivos profesionales tras menos de dos años al frente de la compañía.
El catalán llegó a la presidencia en febrero de 2023, cogiendo el testigo de Isaías Táboas, a propuesta de la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, que tampoco continúa ya en su cargo. Según el comunicado emitido, Blanco asegura que la decisión ha sido tomada «de mutuo acuerdo con el Ministerio de Transportes», encabezado en la actualidad por Óscar Puente. El directivo también defiende su gestión y prevé que Renfe está preparada «para ser una de las grandes empresas españolas globales en el ámbito de la movilidad». Precisamente, su salida se produce en un momento de guerra con los operadores Ouigo e Iryo, de capital público francés e italiano, respectivamente, y que puede provocar que Renfe pierda viajeros ante sus competidores.
Parece que el ejercicio 2024, del que aún no se conocen datos oficiales, ha sido más positivo para Renfe, en comparación con el año 2023 en el que se acumularon 123 millones de euros en pérdidas, y la compañía prevé ser más rentable en este 2025.
Blanco ya había formado parte del Gobierno antes de llegar a la presidencia de la empresa ferroviaria como secretario general de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa (Pyme) en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Es licenciado en Economía. El único sueldo público que se conoce sobre él es el que cobró desde su nombramiento hasta final de 2023: 157.246 euros, según el Portal de Transparencia de la Administración General del Estado.