92 días. Tres meses desde que la vida de parte de la provincia de Valencia se paralizó. La riada provocada por la DANA arrasó con todo a su paso en unos 87 municipios valencianos el 29 de octubre. Estas inundaciones suponen la mayor tragedia del país con un balance de 224 fallecidos, tres desaparecidos y unas 75.000 personas afectadas directamente por las avenidas de agua. Ahora, todo está en proceso de recuperación y la llamada desescalada, que se alargará aún en el tiempo.
La magnitud de lo sucedido frente a la soledad de los damnificados y la lucha por la búsqueda de responsabilidades y saber qué pasó, además de la coordinación entre vecinos, han llevado a muchos afectados a asociarse para hacer fuerza. En esta fecha emblemática, ESTRELLA DIGITAL ha hablado con Antonio Fernández, portavoz de la ‘Agrupación Tots a una veu’, y con Cristian Lesaec, presidente de la ‘Asociación Damnificados DANA Horta Sud Valencia’. «Si los afectados no luchamos, esto se olvidará y se pasará», explica Antonio. Ambas pelean por objetivos diferentes, los primeros buscan soluciones para disminuir el riesgo de inundación y para que exista una formación activa en las alertas, mientras que los segundos, han creado una red de profesionales y buscan presentar una querella ante las administraciones.
Tres meses después la situación ha cambiado en ciertos aspectos: principalmente, el barro ha desaparecido de las calles, así como los escombros y muebles, que se convirtieron en protagonistas meses atrás. Pero otras problemáticas aparecen y queda mucho por reconstruir para volver a la realidad de antes del 29 de octubre. El polvo aún permanece en las calles y se sigue trabajando en las viviendas. «El sonido que se oye en toda esta comarca son las radiales, las sierras y los martillos hidráulicos de la gente que está arreglando» subraya Cristian.
Gran parte de los garajes están limpios, «pero no están saneados, ni tienen ventilación, ni luz», y esto también lleva ahora a problemas de aparcamiento en las calles. Los vehículos siniestrados van desapareciendo paulatinamente de los municipios afectados donde se habilitaron campas. Por otro lado, una gran preocupación son los ascensores que no funcionan en los edificios, siendo un impedimento para la gente con movilidad reducida o de edad avanzada que quieren continuar con su vida habitual. Antonio, portavoz y también afectado, aún recuerda a los voluntarios, pues, excepto ellos, «los primeros días no vino nadie».
La pérdida de negocios, tiendas y servicios, ha cambiado el panorama de la mayoría de localidades y además parece que las destinadas a ellos, son ayudas que aún no han llegado en su mayoría. «Los pueblos son como semifantasmas«, nos cuenta Cristian. Por ejemplo, Antonio destaca el caso de Paiporta, uno de los municipios más damnificados, que «todavía es un caos». «No hay comercio, no hay actividad, hay un ambiente de tristeza«. Recordemos que centros comerciales como Bonaire (Aldaia) o MN4 (Alfafar) continúan cerrados, parcialmente el primero.
¿Llegan las ayudas?
En este proceso de recuperación, las ayudas económicas son el salvavidas de los afectados para volver a empezar. ¿Están llegando? Las ayudas del Consorcio de Compensación de Seguros sí se ha cobrado para los vehículos, aunque hay casos de todo tipo, pero las destinadas a las reparaciones de viviendas se están retrasando en su pago. Los seguros privados sí están abonando, según nos confirma Antonio.
Por parte del Gobierno español, ambos han mencionado las ayudas para la compra de vehículos, de hasta 10.000 euros, pero Antonio ha incidido en que primero se debe adquirir el vehículo, el Ejecutivo paga al concesionario y éste luego lo devuelve a la persona. Además, se está pagando el IVA de ese vehículo al Estado. Hay cierta incertidumbre porque no se conoce «cuándo se recibirá«. Y existe otra duda, que en ciertas ocasiones ha mencionado la propia Generalitat Valenciana, porque los damnificados no saben si el próximo año van a tener que declarar esas ayudas en el IRPF.
«Las ayudas de la Generalitat han ido llegando y están llegando», confirma Cristian a este digital con la información que tienen desde la asociación. Concretamente, nos hablan de la ayuda urgente para paliar la pérdida de bienes de primera necesidad de las personas físicas de un importe de hasta 6.000 euros. Hace unas semanas, el Consell anunció otra ayuda destinada a las personas afectadas por la pérdida de un vehículo están en marcha para solicitarla, aunque aún no se ha pagado nada por su reciente anuncio. La Generalitat dice haber recibido más de 60.000 solicitudes para esta ayuda. Precisamente, este martes, la portavoz del Consell, Susana Camarero, lo ha contrapuesto con las ayudas del Gobierno español, quien “apenas ha recibido 7.500 solicitudes” en este caso. El Ejecutivo valenciano ha confirmado la movilización de 1.601 millones de euros en ayudas directas y contratos de emergencia cuando se cumplen tres meses de la riada.
Al margen de las administraciones públicas, también se ha hecho notar las ayudas destinadas por la Fundación Amancio Ortega y cuya gestión se encargan los propios ayuntamientos para que lo organicen, distribuyan y tengan control de las cantidades entregadas.
El asociacionismo como fuerza
El portavoz de ‘Tots a una veu’ ha incidido en la importancia de afrontar esta situación «de forma optimista«. «Por eso nos reunimos y decidimos pelear y luchar. Es un poco terapéutico también». El próximo 5 de febrero representantes de la agrupación se reunirán con el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), Miguel Polo.
Por su parte, el presidente de la ‘Asociación Damnificados DANA Horta Sud Valencia’ sigue la misma línea y anima a los afectados a asociarse «porque estando en una asociación haces mucha más fuerza«. Además, la asociación está recibiendo donaciones de entidades, de empresas, de pueblos. Un dinero con el que están comprando y repartiendo estufas, calefactores industriales o una última compra que se ha hecho de deshumificadores. «Los socios tienen un formulario en el que van pidiendo según sus necesidades y nosotros los vamos distribuyendo», indica.
Sin querer entrar en opiniones políticas, ambos representantes trasladan el hartazgo de los afectados ante la crispación y ‘peleílla’ de los políticos españoles, y sobre todo la falta de empatía ante los damnificados.