El concejal de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata, participó en un escrache que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) organizó en marzo de 2013 contra el exministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón.
Así lo reconoció él mismo en un artículo publicado en el blog vinculado al 15M 'Madrilonia.org' días después, en el que bajo el título 'Elogio del Escrache' analizaba esta forma de protesta y defendía que los escraches «tienen legitimidad porque hay un movimiento que les da sentido».
«Los escraches son la catarsis de una angustia en el mejor sentido. Son mecanismos para que las personas desahuciadas no sean víctimas, sino sujetos. Es decir, son democracia», afirmaba Zapata en el texto que escribió tras participar en el 'escrache' que los activistas de la PAH protagonizaron frente al domicilio de Gallardón como parte de la campaña para denunciar el rechazo de los diputados del PP a la tramitación de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) contra los desahucios y por la dación en pago.
Según manifestó entonces Zapata en su artículo, con fecha del 26 de marzo de 2013, que recoge Europa Press, «los escraches se sostienen no solo por la indiferencia absolutamente criminal del gobierno ante el problema de la vivienda, sino por miles de desahucios parados, movilizaciones intensísimas, ocupaciones de viviendas, ocupaciones de oficinas bancarias, negociación, diálogo y apertura».
Los escraches «tienen legitimidad»
«Hay escraches y tienen legitimidad porque hay un movimiento que les da sentido. Los relatos paranoicos en torno a acciones descontroladas son intencionados y ridículos», denunciaba el ahora exconcejal, en relación a las críticas y acciones legales empredidas por los afectados de las protestas.
Así, defendía que «nada hay más organizado que un escrache». «Nadie es más consciente de los límites que no se traspasan que las personas que participan, precisamente porque han adquirido un consenso de los que sí se van a traspasar», añadía.
«El límite que se traspasa es que 'lo público y lo privado' no son esferas separadas, sino relacionadas. Por eso se va a la puerta de la casa. Por eso no se pasa de la puerta. Todos esos detalles simbólicos constituyen la legitimidad y la ética de una práctica. Compararla con cualquier desahucio revela lo evidente: en un desahucio el límite público-privado es precisamente lo que se violenta hasta el final y por la vía de la fuerza», argumentaba.
Asimismo, defiende que hay algo «muchísimo más importante en un escrache», que «ningún político ve porque solo son capaces de mirarse a sí mismos». «Un escrache es una acción en el que las personas afectadas se organizan, se visibilizan y se sienten arropadas y acompañadas por otras personas», afirmaba.
«No son un grito, una persecución o una torta en medio de la calle fruto de la rabia. Al contrario, gobiernan la rabia y la convierten en potencia. Son una expresión (una más) de que el poder de los de abajo se construye en común y que los de arriba son un desgraciado accidente en el camino de ese poder, de esa fuerza colectiva», enfatizaba.