Miedo. Miedo a la intolerancia, a la intransigencia, a la violencia. Frases como «la homosexualidad tiene cura» u otras que parecen, y remarcamos parecen, menos dañinas como un simple «¡Qué asco!» son no poco habituales entre la población española. La homofobia, o LGTBfobia, sigue estando presente en parte de la sociedad, llegando agredir verbal o físicamente a los homosexuales.
Dos chicos de 25 años paseaban por la céntrica calle de Gran Vía, en Madrid, hasta que fueron agredidos al grito de “maricones”. Afortunadamente, solo quedó en un puñetazo y un susto, ya que un viandante consiguió ahuyentar al atacante. El último ataque homófobo que ha tenido lugar en la Comunidad de Madrid, el tercero en lo que va de mes, aumenta la cifra de una lacra que no ha parado de aumentar en los últimos años.
«Un plan de choque» es lo que necesitan para luchar contra esta lacra, según asociaciones como Acrópoli, que actúan por la tolerancia al conjunto LGTB. Y la policía está involucrada. Hay cuerpos que trabajan más rápido o ven en sus barrios un mayor riesgo de este tipo de delitos, y por ello, actúan en consecuencia. Es el caso de la policía nacional de Fuenlabrada, un municipio que ha dado el primer paso en la lucha contra la homofobia.
«Es una forma de decir estamos aquí, para lo que necesitéis»
La policía de esta localidad madrileña es pionera en la aplicación de políticas de integración de las que dicen ser los únicos en «llevarlo a cabo junto a los Mosos d'Escuadra». Diez años llevan luchando contra la homofobia y los delitos de odio. Para Blando, este cuerpo municipal es «referencia en la forma en la que tratan los delitos de odio», ya que poseen distintas formas de paliar estas actividades intolerantes.
La Policía de Fuenlabrada participa «muy activamente» en la semana del Orgullo de la localidad y para ellos «es una forma de decir estamos aquí, para lo que necesitéis». Para ello, se enfundan su uniforme oficial y acompañan al conjunto LGTB mientras montan en bicicleta, formando así parte de la manifestación.
También se comprometen a borrar los graffiti que aboguen por la violencia al diferente. Pintadas en las paredes como «maricón al paredón» serán eliminadas en menos de 24 horas, para así no dar cabida a la exaltación del odio. En cuanto a esto, «es un gesto muy pequeño, pero ayuda enormemente» recalca Yago.
Estos delitos de odio quedan casi siempre impunes. Y una parte de culpa es de las propias víctimas, que no son capaces de denunciar los hechos por miedo. Miedo a otra agresión y miedo a la propia policía, de la que temen intolerancia, desinformación o simplemente por desconocimiento de que ese ataque sea un delito de odio y no una mera pelea por culpa del alcohol. Solo un 10% de las agresiones son denunciadas según la organización. “Si tu ves la cifra que ofrece el Ministerio de Interior sobre las agresiones por delitos de odio te encuentras con que solo ha habido 24. Pero realmente a esta cifra muestra las denuncias, no las agresiones, que ascenderían a alrededor de 240” afirma Yago Blando, coordinador de Acrópolis.
“La policía carece de formación al no saber manejar el tema e incluso al no saber identificarlo”
Por ello, asociaciones como Acrópoli reclaman la necesidad de un “plan de choque” a la administración local y autonómica para frenar el “incremento de la inseguridad” de personas LGTB.
“Pedimos una campaña para que se acabe el miedo a denunciar frente a la policía” ya que según dicen muchos de los agredidos no se fían o no quieren arriesgarse a ser ofendidos de nuevo por los cuerpos de seguridad. “La policía carece de formación al no saber manejar el tema e incluso al no saber identificarlo” denuncian. Apuestan por formarlos acerca de los delitos de odio, ya que a veces afirman confundirlos con meras discusiones en la que el alcohol es el mayor protagonista.
Getafe se suma a la tolerancia
El último Ayuntamiento en unirse contra el odio es otro madrileño. Junto a la asociación COLEGA, la Policía Nacional de Getafe se ha propuesto animar a denunciar cualquier tipo de incidente, agresión, insulto o amenaza sufrido por la condición u orientación social de la persona afectada.
El problema de esta iniciativa, si es que se puede hablar de que esta actividad conlleve un problema, es el miedo de las víctimas de sentirse ridiculizadas o humilladas. Para ello, la policía ha puesto en marcha un protocolo de actuaciones para este tipo de delitos, catalogados como “delitos de odio”, en los que participan ocho agentes de policía que habrán recibido una formación especial para el seguimiento, investigación y trato con las víctimas.