«Debéis respetar el país en el que vivís. Respetad sus leyes y su gente y sed una buena imagen para el Islam. Tened cuidado de los sitios de la corrupción y no habléis con extraños por Internet y haced que los jóvenes establezcan buena relación con sus familias para que se alejen de todo pensamiento incorrecto», ha exhortado el imán del Centro Cultural Islámico de Madrid, Hussam Khoja, este viernes a los cerca de 1.500 fieles que han acudido a la oración, una semana después de los atentados que dejaron 129 muertos y centenares de heridos en París.
Durante su alocución a la comunidad musulmana, el predicador ha condenado «enérgicamente» la matanza y ha asegurado que los textos coránicos y proféticos del Islam «son muy claros en criminalizar estos actos atroces»: «Alá dice en el Corán: quién mata a una persona sin que haya cometido un crimen o sembrado la corrupción en la Tierra, es como si matase a toda la humanidad».
El Centro Cultural Islámico de Madrid (conocido como 'Mezquita de la M-30') ha abierto sus puertas este viernes a los medios de comunicación para escuchar la «jutba» (el sermón) y para explicar su posición tras lo ocurrido en París.
En este sentido, el director de la institución, Sami El Mushtawi, ha incidido en que el mensaje de Dios a los pueblos es el de «conocerse unos a otros» y ha pedido perdón por quienes «siembran el terror» en el nombre de Dios.
«Nosotros como musulmanes no hemos tenido nada que ver, pero sí debemos decir perdón, porque ellos dicen ser musulmanes pero no comprenden el Islam –ha subrayado–. Perdón Francia, en primer lugar, por tantas víctimas inocentes, personas que estaban pasando un buen tiempo, haciendo su labor de disfrutar de la vida. Nadie tiene el derecho de acabar con esto. Mil perdón a los deudos, al pueblo francés, al gobierno francés y a toda persona que se ha sentido afectada por esto».
«Gracias, España»
El Mushtawi ha hecho hincapié también en un mensaje de «gratitud» de la comunidad islámica hacia España por «dejarles vivir en paz y seguridad en este bendito país» y a toda Europa. «Hemos convivido con ustedes en vuestra tierra con seguridad, con tranquilidad, con paz. ¿Qué más quiere el ser humano? ¿Qué más queremos como musulmanes? –ha expresado– Vivir en un país democrático que respeta los DDHH, la libertad de culto y que nos deja vivir tranquilamente y cumplir con todos nuestros ritos es algo de Dios. Agradecemos a Dios en primer lugar y a España en segundo lugar».
El Mushtawi ha asegurado que los musulmanes son además víctimas de los terroristas y ha recordado que «sus hermanos sufren a diario los ataques en sus territorios», en referencia a los países de religión islámica en los que atentan los grupos radicales. Por ello, ha incidido en que «no hay que mencionar el nombre del Islam» para referirse a los terroristas y ha pedido que se llame Daesh al grupo terrorista que atacó Francia la semana pasada.
Además, ha expresado su voluntad de plena colaboración con las autoridades y las fuerzas de seguridad españolas: «Lo que hacen las autoridades nos informan de ello y nos sentimos seguros por la labor que desarrollan. Estamos en el mismo barco», ha asegurado.
De hecho, ha explicado que desde el Centro Cultural Islámico de Madrid se trabaja para «educar» e «implantar la cultura islámica» en la línea de condena a la violencia, aunque ha indicado que su labor no es la de «vigilar». «Esto es un centro cultural, no un centro de inteligencia», ha remarcado. Aún así, ha sostenido que si las fuerzas de seguridad «ven algo sospechoso» tendrán «todo el apoyo» de la institución para actuar.
No a la guerra
El Mushtawi ha rechazado, tras ser preguntado, la conveniencia de iniciar una guerra contra los territorios en los que se refugian grupos terroristas como Daesh. A su juicio, iniciar una contienda provocará la muerte de muchas personas inocentes. «Los terroristas viven en medio de la gente», ha señalado.
Así, aunque ha incidido en que aceptará cualquier resolución que tomen las autoridades, se ha mostrado partidario de «cerrar las llaves que mantienen vivos a los terroristas» y en emplear la diplomacia y la economía para ahogar sus medios de supervivencia.