A lomos de su flamante nueva adquisición, Ana Botella daba el pistoletazo de salida a la modernidad en la capital de España. Porque la modernidad, o llegaba montada en bicicleta, o no iba a llegar. Eso es lo que debían pensar en el Ayuntamiento de Madrid, que además dieron una vuelta de tuerca a la idea. No sería un servicio municipal público de alquiler de bicicletas más, sino el primero en poseer el cien por cien de las unidades eléctricas. Ahora sí, Botella devolvía a Madrid a su estatus y un año después la realidad devuelve a Botella y a los nuevos inquilinos del consistorio a la realidad.
Ahora, Manuela Carmena, ha decidido dar una vuelta más de tuerca a la nueva modernidad madrileña y ha proyectado la construcción de 33 nuevas vías ciclistas. La líder de Ahora Madrid se ha comprometido a finalizar la red de carriles-bici para finales de 2016, con una inversión cercana a los 40 millones obtenidos del superávit dejado por los populares. Además, la alcaldesa ha amenazado a la empresa que gestiona el servicio con remuniciparlo, aunque sea deficitario.
El servicio municipal de Bicicletas, BiciMAD, pierde al mes más de 300.000 euros, en un año cerca de 3,8 millones. La empresa que ganó el concurso, Bonopark, solicitó una inyección al Ayuntamiento para no quebrar, es decir, se une a una larga lista de compañías que piden un rescate público. Muchas son las causas que han provocado el agujero, en la empresa repiten que el más grave es el “vandalismo”, aunque esa es solo una pequeña parte. Los causantes principales son dos: la gestión que ejerce sobre el servicio y el Ayuntamiento de Madrid, como bien explicaban en algunos blogs (aquí y aquí).
Ofrecer un servicio público de alquiler de bicicletas fue propuesto por Alberto Ruiz-Gallardón en 2009, pero las maltrechas cuentas públicas del consistorio no hicieron posible el proyecto. A Gallardón lo sustituyó Botella, pero las cuentas no mejoraban y el proyecto se mantuvo aplazado hasta que desde Europa se brindó una oportunidad, a través del programa denominado “Horizonte 2020”. Con un presupuesto cercano a los 80.000 millones, el proyecto iba destinado a cofinanciar diversos programas en distintas ciudades europeas. El programa tiene entre sus pilares abordar los principales retos sociales, una parte de ellos dirigidos directamente hacía “transporte inteligente, ecológico e integrado”, la ocasión perfecta para dar salida al proyecto.
El Ayuntamiento se puso manos a la obra y junto con otras muchas medidas sacó adelante el “Plan de uso sostenible de la energía y prevención del cambio climático de la ciudad de Madrid”. En él incluía el transporte urbano sostenible y ecológico del que el desarrollo de un servicio municipal de alquiler de bicicletas era una de las medidas estrella. El problema era que para acogerse al plan “Horizonte 2020”, el proyecto debía comenzar a rodar en los primeros meses de 2014 y obligaba al consistorio a operar con rapidez. En ese momento comenzaron los problemas.
Nueva inversión
Pese a que el sistema es deficitario, el número de estaciones ha crecido en más de 40, el número de bicis en cerca de 400 y ahora Carmena pretende realizar una inyección de 40 millones de euros en el sistema de transporte en bicicleta. Las nuevas vías que propone construirse en la capital son carriles diferenciados de la calzada, hasta ahora la mayoría están pintados sobre el mismo asfalto.
Además, el plan de Ahora Madrid es que el servicio municipal siga creciendo hacía el sur. El partido que Gobierna en el consistorio prometió elaborar un nuevo plan director ciclista “adaptado a las condiciones actuales, que desarrolle una red de carriles-bici integrada y coherente, no solo recreativa”.
Lagunas en un contrato no público
El servicio se licitó en septiembre de 2013 con una fórmula extraña, se incluyó como parte de uno de cinco lotes en un contrato de más de 800 millones mucho más amplio. En concreto, forma parte del lote número 5 que curiosamente no solo recoge el servicio de alquiler de bicicletas públicas, sino que también incluye las vallas públicas.
Dicho lote representó una parte minoritaria de apenas un 4% respecto del total del contrato. Son poco más de 27 millones respecto de los más de 800 millones que sumaban los cinco lotes. Además, el lote añade un servicio poco o nada desdeñable que es el de vallas metálicas públicas para actos. Por último, el precio se oferta a la baja, cada bicicleta tiene un presupuesto de licitación de 1.476 euros, cerca de un 50% menos que el precio de mercado.
Bonopark se hizo con el contrato pese a no contar con los requisitos que se pedían. Utilizó dos bazas. En primer lugar, fue la única empresa que ofreció un servicio cien por cien eléctrico, cuando, según denunciaron las otras empresas, no había “solvencia técnica y financiera” para gestionar un servicio así. La segunda, es que se requería una experiencia que Bonopark no poseía, de manera que la empresa se valió de un acuerdo con otra empresa que aportaba dicho requerimiento. Una vez conseguida la licitación, la segunda compañía desapareció de la operación. El contrato firmado por Ayuntamiento y empresa fue privado, mientras que la licitación si era pública.
Un caos de año
Sin experiencia y con prisas por poner todo en marcha en pocos meses, la situación superó a la empresa. Desde el primer día los problemas se han intensificado y eso le ha costado mucho dinero a la firma. Las quejas sobre el servicio han llegado hasta tal punto que por primera vez en mucho tiempo, la incidencias por el servicio de la limpieza pasaron a ocupar el segundo lugar. Sólo en julio el número de quejas superaron las 17.000.
El servicio ya comenzó con el pie cambiado debido al mal funcionamiento del software creado por la propia empresa. El sistema operativo fue un fracaso. Según el colectivo BiciBAD, el software “no pasaría una práctica de universidad”, lo que obligó a la empresa a contratar otra especializada para rescribirlo.
El servicio también ha dado muchos problemas respecto de los anclajes de las bicicletas, que han sido rediseñados hasta en seis ocasiones. Ese percance se traducía en dos problemas: por un lado, los usuarios no podían sacar las bicicletas de ellos y en otros se extraían con suma facilidad, lo que ha ayudado a su robo.
El software inicial ha sido uno de los muchos pesares que ha padecido la empresa. El alto coste de cada bicicleta obligó a instalar un GPS que terminó siendo también un fracaso, ya que no daba información en tiempo real, por lo que servía de poco. Numerosas bicicletas desaparecidas del sistema de BiciMAD se ofertan en páginas web en Rumania.