En su tercera comparecencia en la comisión de investigación de corrupción de la Asamblea de Madrid, el exconsejero Francisco Granados ha protagonizado un tenso rifirrafe con el diputado de Podemos Ramón Espinar, marcado por las continuas interrupciones y las acusaciones cruzadas de «golferío».
A diferencia de su primera comparecencia, en la que provocó a todos los grupos políticos, incluido el PP, en esta ocasión Granados ha mantenido un tono muy correcto, en ocasiones incluso cordial, con todos los portavoces parlamentarios en la comisión excepto con el de Podemos, Ramón Espinar.
El diputado regional ha comenzado su intervención calificando a Granados como el «rey del golferío y el perejil de todas las salsas de la corrupción».
«Golferío es la utilización de dinero manchado con la sangre, el sufrimiento y el hambre de millones de venezolanos en la fundación de un partido político», le ha respondido el exconsejero.
«Lo que es golferío es no respetar las creencias religiosas de la gente, asaltar las capillas de la universidad, convertir las cabalgatas de reyes en payasadas», ha añadido.
Además, ha dicho a Espinar que en un Estado de derecho y una democracia «seria» no estaría sentado en una comisión parlamentaria porque «representa a un partido que no cree en la libertad».
El portavoz de Podemos le ha acusado de montar un «circo» y le ha recordado que no le han invitado «a un mitin a la Asamblea», sino a «responder preguntas de la Fundación Arpegio».
Granados, que ha intervenido por videoconferencia desde la prisión de Estremera, donde está encarcelado desde hace 19 meses por el caso Púnica, ha llegado a pedir el amparo de la presidenta de la comisión, Dolores González, para evitar que el portavoz de Podemos le siguiera «insultando».
«Impida estos numeritos, estos circos que sobrepasan la cabalgata de reyes y los carnavales en los que se cuelgan jueces», le ha reclamado.
En concreto, ha señalado que sentía que el portavoz de Podemos había vulnerado su derecho al honor y a la propia imagen al decir que en el sumario de la Púnica indica que Granados organizaba en su chalet «banquetes de putas» con el dinero público de la Fundación Arpegio de la Comunidad de Madrid, ya desaparecida y de la que fue presidente.
La presidenta ha parado el tiempo para consultar esta petición con el letrado y el resto de los miembros de la Mesa de la comisión y, a continuación, ha dicho que cualquier compareciente tiene derecho a la presunción de inocencia y al honor, por lo que ha pedido a los diputados que formulen las preguntas «con respeto».
Con todo, ha recordado a Granados que tiene la obligación de comparecer en la comisión, pero no de responder.
«Me tendré que levantar e irme porque no estoy dispuesto a estos circos que están montando estos señores de Podemos», ha manifestado el exconsejero.
El tono áspero ha sido constante en todos los intercambios que ha tenido con el portavoz de Podemos, que ha comentado que tratar de discutir con Granados es «una cosa de taberna de cuarta».
«De eso sabrá usted mucho, yo no tengo ni idea», ha afirmado el exconsejero, a lo que Espinar ha respondido que «no es lo que dicen las grabaciones» del caso Púnica.
Al final de su segunda intervención, Granados le ha dado las gracias irónicamente por su «amabilidad y educación».
El exconsejero ha tenido buenas palabras con el resto de los portavoces de la comisión, principalmente con el de Ciudadanos, César Zafra, al que ha dicho que es un «placer» poder hablar con él, sobre todo por la «cortesía» con la que lo trata.
Al final de su comparecencia, ha mandado un abrazo al portavoz del PP en la comisión, Alfonso Serrano, y al resto de los integrantes de este grupo parlamentario.
También a la portavoz del PSOE-M en la comisión, Encarnación Moya, que fue quien en la anterior sesión en la que declaró Granados alertó de que los grupos parlamentarios no habían sido informados del escrito en el que éste solicitaba aplazar su comparecencia hasta su puesta en libertad para poder consultar documentación.
EFE