Entre los edificios del centro de Madrid se esconde uno de esos rincones mágicos de la ciudad. En el corazón financiero de la capital hay un tesoro en la forma de más de cien olivos que forman el conocido Olivar de Castillejo, en los que ver teatro, oír un concierto y cenar es, directamente, un privilegio. El que fue gran Olivar de Chamartín, se convirtió hace unos años en una finca con una larga historia cultural. Actualmente, la Fundación del Olivar es la encargada de gestionar esta zona y la que ha sabido mantener su estado desde 1917 a pesar de la gran presión inmobiliaria.
Casi un siglo después de su creación, este terreno verde pervive gracias a la Fundación del Olivar, una entidad sin ánimo de lucro que apuesta por la sostenibilidad y la protección del medio ambiente así como por un centro de iniciativas culturales. Para ello, desde siempre ha promovido programas relacionados con la cultura, el medio ambiente y el debate intelectual.
Con la llegada del verano, el Olivar organiza “Las Noches del Olivar”, un programa cultural que incluye recitales de música, representaciones teatrales y proyecciones de cine. A este festival se puede asistir de martes a sábado hasta el 30 de septiembre. Además, desde la Fundación Olivar recomiendan cenar en su terraza, que no cierra hasta medianoche, a la luz de las velas. Para consultar la programación de este evento pinchar aquí.
Su historia
Castillejo compró en 1917 este olivar entonces situado en las cercanías de Nuevos Ministerios. Napoléon acampó en esta zona en plena Guerra de Independecia y fue él mismo el que convenció a una serie de intelectuales y científicos españoles como Ignacio Bolívar, Ramón Menéndez Pidal, Dámaso Alonso o Luis Lozano.
En este entorno se alzan la casa de José Castillejo e Irene Claremont de Castillejo, hoy propiedad de la Fundación y la casa de Juan López Suárez y Mariana Castillejo, ambas declaradas de interés por el Colegio de Arquitectos de Madrid.
Andrea Morea