martes, septiembre 24, 2024
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Los antidisturbios secretos de Carmena

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Era uno de sus objetivos cuando llegó al poder. Suprimir las UCS o lo que es lo mismo, los antidisturbios de la Policía Municipal. En el mes de febrero, Carmena y su equipo lograron su disolución. Pero la realidad es que transcurridos siete metes la UCS sigue operativa, aunque con otro nombre y otras siglas, UAS (Unidad de Apoyo a la Seguridad) y lo que es más preocupante, con el doble de trabajo porque los efectivos se han visto reducidos a la mitad. Ahora Madrid reniega de ellos, pero sus dirigentes los han utilizado como escolta personal para salir ilesos de plenos controvertidos en los que la tensión ha sido máxima.

El 7 de febrero de 2016 la polémica UCS realizaba sus últimas intervenciones antes de caer en el olvido. La detención de los dos titiriteros acusados de realizar apología del terrorismo en los carnavales de Madrid y evitar una pelea entre bandas latinas rivales en el barrio de Tetuán fueron sus dos últimos servicios. ¿O quizá no? La UAS, que son las siglas con las que renombraron la unidad, tiene la mitad de agentes en plantilla. La UCS1 sí ha desaparecido, pero la UCS2, que es la que ha sufrido el rebautizo del Consistorio, sigue operativa.

Los costes de cambiar el nombre a una unidad que funcionaba a la perfección y el recorte de efectivos en la misma se ha traducido en un sobreesfuerzo de los agentes para poder acometer todos los servicios diarios, con un mínimo de eficacia y seguridad. Los miembros de la UAS se han visto obligados a doblar turnos, a trabajar en días festivos y a multiplicar sus esfuerzos para no dejar de realizar sus funciones. “Es un peligro para el propio servicio porque no tienen los descansos que deberían”, afirma Julián Leal, portavoz del CPPM (Colectivo Profesional de la Policía Municipal).

Para el Consistorio, la UCS era una unidad demasiado reactiva. Eran vistos como los ‘violentos’ del cuerpo local, algo que no iba acorde con su ideología política. Por este motivo, Javier Barbero, concejal de Seguridad decidió eliminar la UCS1. A la UCS2, que contaba con 37 agentes, la renombró como UAS y la enmarcó dentro del nuevo Plan Director con el que pretende convertir a la Policía en un cuerpo de seguridad más cercano al ciudadano.

“Esta unidad hace lo mismo que antes. Hay veces que tienen que realizar desalojos en lugares como en la cañada, porque al fin y al cabo quien manda es el juzgado. Realizan desalojos, lanzamientos, controles…”, relata Leal.

Un futuro incierto

Pero además de hacerse cargo de las mismas funciones que realizaba anteriormente la UCS, pero con la mitad de personal también ha recaído sobre ellos la labor de guardaespaldas de Manuela Carmena y de algún miembro de su equipo. De hecho, el pasado 15 de septiembre la UAS tuvo que hacer acto de presencia en el pleno del distrito de la Latina porque los concejales de Ahora Madrid vieron peligrar su integridad física, tras un debate en el que se discutía la retirada del nombre de la calle Millán Astray, fundador de la Legión. “Recurren a los mismos de los que renegaban”, afirma Leal.

Además del sobreesfuerzo que supone realizar las mismas funciones que la extinguida UCS, la UAS sufre desde hace meses una indefinición laboral por la falta de previsión del Consistorio. En un principio, todos los componentes de UAS están de manera temporal porque el Ayuntamiento debe de publicar un concurso de méritos para acceder a una de las plazas. El problema es que todavía no lo han hecho, y lo que es peor, no hay fecha fijada para hacerlo.

“Tenemos que negociar las bases específicas de dicha unidad. ¿Se les va a hacer una prueba de 1000 metros, dominadas, un examen de una intervención grupal…? Todavía no se han sentado a negociar las condiciones. No sé dónde están las prisas que tenían cuando presentaron el Plan Director”, explica Leal.

Adiós al servicio de inteligencia

Pero la UCS no fue la única unidad denostada por el equipo de gobierno de Ahora Madrid. La Secai (Sección de Inteligencia de la Policía Municipal de Madrid), que contaba entre sus miembros con agentes formados por el CNI (Centro Nacional de Inteligencia) también sufrió las irás de Javier Barbero cuando éste decidió eliminarla. ¿O quizá no? De nuevo, vuelve a surgir la duda sobre si en realidad suprimieron la unidad o simplemente la sometieron a otro lavado de cara.

“Al final, lo que hizo fue quitar a los que estaban antes (los 'gestapillos', según Barbero) para meter a los suyos”, afirma Leal.

Hace sólo unos días, Jesús Caballero, fiscal de Madrid, mostró su preocupación por el repunte de la actividad de las bandas latinas. «Estas bandas han sido consideradas por el Tribunal Supremo como organizaciones criminales y, en consecuencia, hay que lograr su disolución», señaló Caballero.

Resulta paradójico, pero la última intervención de la UCS1 fue precisamente para evitar una pelea multitudinaria entre bandas latinas rivales. Pero lo es aún más que la unidad encargada de interceptar la información en la que se fijaba la fecha, la hora y el lugar de la riña fuera la Secai. Los datos no mienten y el fiscal de Madrid, tampoco. Desde que la UCS fue renombrada y mermada de efectivos y la Secai desmantelada las bandas latinas han resurgido de sus cenizas en la capital.

Carlos Lospitao

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