Los huertos urbanos invadirán la capital durante el próximo 2017 a petición de los ciudadanos que votaron masivamente esta idea en los presupuestos participativos del pasado año. En total, el Ayuntamiento destinará 1.120.000 euros al cultivo de estos espacios que algunos expertos en la materia no dudan en calificar como “suelos potencialmente tóxicos”. Los altos niveles de contaminación sufridos en la capital, y que hicieron que Ahora Madrid regulará el acceso a la almendra central en coche, podrían afectar de manera directa al cultivo de los frutos y hortalizas en estos espacios habilitados en medio de la urbe.
La cruzada que mantiene Carmena y su equipo de gobierno contra la contaminación no afectará a la creación de espacios urbanos para el cultivo de hortalizas y frutos en varios distritos de Madrid. Parece que el consistorio no cree importante los numerosos estudios que demuestran que las plantas, de media, pueden absorber entre el 20 y el 25% del plomo que se acumula en el suelo. El plomo pertenece a la familia de los materiales pesados al igual que el Zinc o el cadmio que también pueden depositarse en la tierra de ciudades con un alto grado de contaminación como Madrid. Entre estos estudios se encuentra uno realizado por la Universidad de Berlín que afirma que los vegetales, frutas y hortalizas cultivadas en huertos urbanos son más susceptibles de sufrir los estragos de la contaminación porque asimilan mejor los productos químicos a través de sus raíces.
Esta teoría es confirmada por Andrés Rodríguez Seijo, doctor en Biología por la Universidad de Vigo y experto en la materia. “Como actividad de ocio es perfecta porque así evitamos que los niños piensen que las hortalizas vienen del supermercado. Es decir, es una herramienta educativa genial, pero es cierto que existe un riesgo sanitario”, afirma Rodríguez Seijo. De hecho, el propio doctor afirma que él “evitaría” comer cualquier fruto u hortaliza que se cultive en un huerto urbano “por precaución”.
Frenar contamina
En el caso de la ciudad de Madrid, la gran mayoría de la contaminación acumulada tiene su origen en el flujo de tráfico de coches existente en la capital por lo que son materiales como el plomo, el cinc, el cobre o el bario (metales pesados) los que tienden a acumularse en la atmósfera. Por ejemplo, cuando un vehículo frena, la pastilla de freno emite grandes cantidades de bario que primero pasan al aire y después se depositan en el suelo. También se puede encontrar un alto grado de contaminación por Hidrocarburos aromáticos policíclicos, producidos por las emisiones de los combustibles. De hecho, este material altamente tóxico resultó ser uno de los hallados tras el incendio del cementerio ilegal de neumáticos, en Seseña.
Dentro de la capital, las zonas que pueden verse afectada por esta práctica son los distritos de la Latina, Chamberí, Arganzuela, Salamanca, Usera, Vicálvaro y Villaverde donde sus ciudadanos decidieron votaron, entre muchas otras ideas, la creación de estos huertos urbanos dentro de los presupuestos participativos de 2017. Para ello, el consistorio empleará 620.000 euros de los 60 millones destinados a estos presupuestos. También existe otra partida de 500.000 euros para este mismo proyecto, aunque no se especifica dónde se realizará porque pertenece al apartado de ideas diseñadas ‘para toda la ciudad’.
Sin planificación
El bloqueo de los presupuestos municipales para este año 2017 que sufre Ahora Madrid por parte del grupo municipal del Partido Socialista Obrero Español ha significado que todos los proyectos para este curso estén paralizados, incluidos los que están enmarcados dentro de la partida de 60 millones de euros destinada a los presupuestos participativos. Esta situación ha supuesto que todavía no se conozcan los lugares concretos donde se van a ubicar los huertos urbanos planificados para estos siete distritos. Precisamente, la elección del terreno es la decisión más importante a la hora de cultivar según qué hortalizas o frutos, en base a la opinión de los expertos.
“El problema que existe con los huertos urbanos es que por norma general se suelen realizar sin un estudio previo de la zona. Hay que estudiar las fuentes de contaminación cercanas, comprobar si se trata de un suelo orgánico, evaluar las distintas especies de frutos, vegetales y hortalizas que se van a plantar porque hay algunas que tienden a acumular más cantidad de contaminación que otras…”, afirma Rodríguez Seijo.
Aunque se desconozca el emplazamiento final de los huertos urbanos la lógica hace pensar que estos no se realizarán en suelos urbanizables ni en zonas que sean susceptibles de construir parques o zonas verdes. En el primero de los casos, el consistorio perdería dinero si utiliza terrenos por los que puede obtener un beneficio económico para cultivar hortalizas que luego no podrá vender. En la segunda premisa, el Ayuntamiento no querrá eliminar terrenos que pueda necesitar para próximos planes urbanísticos. Por lo tanto, los suelos que se erigen como los favoritos para acoger estos proyectos son tierras en desuso o donde antes había industria, que según los expertos son los más susceptibles de contener un alto grado de contaminación.
Para evitar este y otros problemas Carmena y su equipo de gobierno deberían de construir huertos urbanos de invernadero. “Así esquivas la contaminación atmosférica y la reduces casi al 0%. De lo único que te tienes que preocupar es de que el suelo donde se va a cultivar no haya sido antes objeto de alguna actividad industrial o haya estado expuesto durante mucho tiempo a otro tipo de fuente de contaminación como pudiera ser un tráfico de coches excesivo”, concluye el doctor.
Carlos Lospitao