El asesinato de Lisvette, una joven de 16 años, ha conmocionado al distrito madrileño de Tetuán. Los padres de la adolescente encontraron el pasado miércoles el cuerpo de la adolescente desnudo, envuelto en una manta, con un golpe en la cabeza y con cortes en ambos lados de la cara. La puerta de la casa no estaba forzada y el móvil de la chica no se ha encontrado. Este viernes, la Policía centra toda su atención en el entorno cercano de la joven, sobre todo, en su exnovio.
Fuentes de la investigación han relatado a los medios que Lisvette vivía en un su domicilio familiar junto a su madre, su padrastro, dos hermanastros y una hermana. Sin embargo, en el interior de la vivienda también vivía un inquilino al que le tenían alquilada una habitación. Todos ellos han asegurado que se trataba de una chica «tranquila» que «apenas salía de casa». De hecho, no usaba redes sociales y solo salía con chicas. Varios amigos cercanos a la joven han explicado que su estricta.
Por su parte, los vecinos han coincidido en que no conocían a la familia más que de entrar y salir del edificio y algunos de ellos han señalado que no escucharon ningún ruido cuando se produjeron los hechos, aunque sí que se dieron cuenta de que algo pasaba cuando escucharon el alboroto una vez llegada la ambulancia y la policía. «Escuché un grito de una mujer, creo que de la madre, y bajé al descansillo, pero no se podía estar ahí y me volví», ha relatado una de las vecinas.
Reconstrucción de los hechos
El miércoles 1 de noviembre, los padres de Lisvette salieron de la vivienda para dar un paseo. La joven se quedó en su casa con el inquilino, un español de entre 35 y 40 años, después de que éstos la hubieran castigado sin salir a la calle. Este individuo era el único que estaba en la casa con Lisvette en el momento del crimen. Ante la policía declaró que no había escuchado un solo ruido. Aun así, éste no es el principal sospechoso de la muerte de la joven de 16 años, sino un antiguo novio a quien había dejado recientemente.
Ese día, a las 18:30 de la tarde alguien llamó al timbre de la casa. Según la investigación, podrían ser dos personas las que accedieron en ese momento al interior de la vivienda. La propia Lisvette fue la que abrió la puerta a alguien conocido ya que la cerradura de la casa no estaba forzada. Tres horas más tarde, sus padres volvieron a casa y se encontraron con la tragedia.
A las 21.18, Emergencias 112 Comunidad de Madrid recibió un aviso. Una joven se encontraba malherida en una vivienda de la calle Panizo, en el barrio Tetuán, conocido coloquialmente en la capital como el barrio dominicano. Cuando llegaron, advirtieron que la chica presentaba un traumatismocraneoencefálico severo. Todo apunta ahora a que el arma del crimen pudo haber sido un objeto contundente, quizás de hierro. No pudieron salvarla.
Lo que algunos se preguntaban en la tarde del jueves, delante de la casa de Lisvette, es cómo el inquilino de la vivienda, la persona a quien la familia le alquilaba la habitación, no se percató de nada en ese amplio espacio de tiempo.
Andrea Morea