El magistrado Joaquín Giménez, que presidió el tribunal que condenó al exjuez Baltasar Garzón a once años de inhabilitación por interceptar las conversaciones en prisión de los imputados del 'caso Gürtel' con sus abogados, ha destacado que la «confidencialidad» es un requisito intrínseco al derecho de defensa y que los jueces no solo deben ser, sino también «parecer» imparciales.
Al ser preguntado en una entrevista a la Cadena Ser, cómo se lleva presidir el tribunal que acabó condenando a un compañero de la Carrera Judicial, el magistrado de la Sala de lo Penal ha respondido que «no se lleva bien» porque «una sentencia condenatoria siempre es constatar un fracaso».
Dicho esto, Giménez ha enfatizado que el proceso penal tiene tres pilares «absolutamente fundamentales». El primero, que el juez sea y «parezca» imparcial; el segundo basado en el principio de contradicción entre las pruebas del fiscal y de la defensa; y el último centrado en el derecho de defensa del imputado.
«Esa defensa exige como requisito previo el principio de confidencialidad en lo que se habla entre el cliente, sobre todo si está en la cárcel, y el abogado. No puede haber un tercero escuchando porque si no no hay defensa. Hay que explicarlo con claridad», ha afirmado, respecto a la condena por un delito de prevaricación que cometió Garzón.
Giménez ha llamado también a la Carrera Judicial a hacer «autocrítica» sobre las razones por las cuales la Justicia tiene mala imagen entre la ciudadanía y ha aludido a la lentitud o al lenguaje «poco comprensible» de algunas resoluciones. Además, ha apostado por que los jueces acerquen a través de los medios de comunicación su trabajo a los ciudadanos.
«Tenemos que transmitir que las verdades judiciales no son absolutas son humanas y cabe la posibilidad de error», ha remarcado Giménez, antes de ser preguntado si los magistrados que participan en coloquios o cursos patrocinados por empresas o bancos ven afectada su imparcialidad cuando llega un asunto sobre esas sociedades a su juzgado.
«Habría que someter un poco a una crítica la participación en ese tipo de coloquios con esas esponsorizaciones», ha destacado el magistrado, para concluir que los jueces deben poner su conciencia e ideología al servicio de los valores de la norma que va a aplicar.
«El juez que juzga desde su propia ideología no es un juez. El juez no presta su voz a la ley, le presta su conciencia al servicio de los valores», ha finalizado.