viernes, noviembre 22, 2024
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Unidades antidisturbios son necesarias

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Desde su creación, en el año 1999 durante el gobierno del presidente Andrés Pastrana Arango, son varias las ocasiones que se ha buscado eliminar el ESMAD con discusiones promovidas por los partidos y movimientos políticos de oposición, es por ello que las propuestas al respecto toman un sesgo político.

Acabar con esta fuerza de tarea no es una discusión que debe tomarse a la ligera. Estaríamos en un escenario ideal al desaparecer el cuerpo antichoque de la policía, como consecuencia de una sociedad civilizada por el comportamiento ejemplar de quienes participan en las manifestaciones públicas, sin embargo los hechos recientes demuestran lo contrario, cada acto de vandalismo aporta argumentos para mantener y fortalecer este organismo. Los ciudadanos requieren protección en situaciones de alteración al orden público, por eso la mayoría de los estados cuentan con fuerzas persuasivas para evitar violaciones a los derechos humanos.

Es misión del ESMAD controlar los “disturbios, multitudes, bloqueos, acompañamiento a desalojos de espacios públicos o privados… para restablecer el ejercicio de los derechos y libertades públicas”, y para ello recibe entrenamiento especializado basado en ejercer la menor fuerza que sea posible y actuar como una unidad de contención. Otro ambiente se presenta cuando los policías están en acción, algunos se salen de esos protocolos y ceden ante la presión incurriendo en excesos. Lo hemos visto, son insultados, escupidos, humillados y atacados con piedras, palos y hasta  explosivos, a pesar de esto tienen la obligación de conservar la calma, para eso se preparan.

Prueba de que el escuadrón antimotines tiene un enfoque persuasivo y no represivo es que sus componentes no están autorizados para portar armas de fuego, como si ocurre en otros países. En Colombia pueden usar armas de letalidad reducida, entre ellas los lanzadores de balas de salva, aturdidores, gases lacrimógenos, bolas de caucho, tasers. Están equipados con bolillos, cascos y escudos y en las tanquetas utilizan agua a presión para disolver las multitudes. En algunas ocasiones están en desventaja frente al equipamiento que llevan los manifestantes, quienes portan explosivos (papas bomba). Por eso las refriegas han afectado a unos y otros, incluso con la muerte de integrantes del ESMAD.

Por estos días todas las críticas las recibe el escuadrón antimotines, sin tener en cuenta que ellos también se exponen y arriesgan su vida al enfrentar una multitud que no en pocas ocasiones se torna violenta.

En esta discusión hay que tener en cuenta el nuevo orden social y legal que impera en el mundo, donde cuenta el derecho de las minorías, pero antes que acabar con el ESMAD, se debe revisar su regulación y establecer unos protocolos definidos para las diferentes situaciones en la que interviene. No veo conveniente un escenario actual sin la presencia de un organismo antidisturbios, con el nombre que se le quiera poner, porque es la garantía que tiene el Estado para controlar el orden público.

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