La artista asturiana Cristina del Valle llevaba tiempo intentando articular y darle forma a la idea de crear una organización compuesta por mujeres de los diferentes ámbitos artísticos y culturales para crear un colectivo que sirviera de plataforma para la toma de conciencia y sensibilización de la sociedad frente a la violencia de género y las desigualdades. Después de una reunión, en la que congregó a muchas de sus colegas de profesión, entre las que se encontraban, Malú, Pastora Soler, Marta y Marilia (Ella baila Sola), Mary Ángeles (Camela), Aurora Beltrán (Tahúres Zurdos) y Soledad Jiménez (Presuntos Implicados) decidieron dar los primeros pasos para reclamar a los poderes públicos una legislación protectora de las mujeres ante la violencia machista. De la unión de todas estas artistas nació la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género para hacer de portavoces ante el Gobierno y todas las Instituciones Públicas, ante los partidos políticos y ante la sociedad en un proyecto de presión y sensibilización sobre esta problemática.
La Plataforma y más de cincuenta organizaciones de mujeres reclamaron en España una ley integral contra la violencia de género, por lo que se presentaron ante los Reyes de España, el Presidente del Gobierno, los candidatos políticos de los diferentes partidos que se presentaban a las elecciones. Para dichos encuentros la Plataforma presentó un documento con propuestas especificas para esta ley. Como resultado de esta reclamación de las mujeres se aprobó finalmente la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, contando con un amplio consenso político para su aprobación.
El objetivo de la Ley fue actuar de forma contundente contra la violencia que se ejerce sobre las mujeres por parte de quien sea o haya sido su cónyuge o su pareja. Y la violencia a que se refiere comprende todo acto de violencia física y psicológica y también las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad.
La Ley fue pionera a nivel mundial en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y recibió una mención de honor por la ONU al ser una de las legislación más avanzadas y eficaces del mundo.
La erradicación de la violencia hacia la mujer es un fenómeno complejo, que se aborda como tal en la Ley, estableciendo medidas de intervención desde distintas perspectivas: preventivas, educativas, sociales, asistenciales, jurídicas y de atención posterior a las víctimas.
Según datos oficiales durante la vigencia de la ley, durante estos quince años, ha permitido que más de un millón y medio de mujeres hayan denunciado a sus maltratadores y que se hayan hecho importantes campañas de concienciación social tanto en niños y jóvenes como en adultos para intentar erradicar la violencia de género.
Sin embargo las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, contabilizadas desde la entrada en vigor de la ley hasta hora asciende a 1.034, de las cuales solo un 20% había denunciado previamente a su agresor, lo cual debe hacernos reflexionar sobre el hecho de que se ha hecho un largo camino en defensa de las mujeres contra la violencia machista, pero queda también mucho camino por recorrer.
Precisamente hace unos días se ha conmemorado en Madrid un acto del Ministerio de Igualdad para celebrar el quince aniversario de esta ley. En el acto intervinieron políticos, fiscales, abogados y forenses han coincidido al calificar esta ley de vigente, actual, valiente y pionera. España «hace 15 años tomó una decisión sincera, desde luego valiente, que luego ha resultado ser ejemplar para muchos otros Estados del mundo. No podemos ceder ni un milímetro del avance de esta ley», ha aseverado la vicepresidenta del Gobierno y Ministra de Igualdad en funciones, Carmen Calvo.
Ojalá que pronto podamos celebrar la transformación social con la efectiva y total erradicación de la violencia hacia las mujeres en España y en el mundo, para que ni una sola mujer sea maltratada por su pareja o expareja, ni física ni psicológicamente.
María C. Rayón Ballesteros