El gobierno afgano ha liberado hasta ahora a quince presos en el proceso de diálogo con el movimiento talibán, cuyas bases fueron sentadas en la ‘jirga’ o Asamblea de paz de principios de mes, informó este lunes el fiscal militar, el general Abdul Fatah. Doce de los encarcelados habían sido detenidos «sin motivos» o no había suficientes pruebas para ponerlos entre rejas y ya han salido de la mayor prisión de Afganistán, la de Bagram, en las afueras de Kabul, explicó el general Fatah.
Un «simpatizante» talibán y otras dos personas que habían sido detenidas por estar presuntamente planeando un atentado suicida han abandonado el principal centro penitenciario de Kabul, añadió. El general Fatah, quien aseguró que entre los liberados no se halla ningún insurgente de alto rango, expresó su deseo de que éste sea un «buen paso» para cumplir las «promesas» hechas al movimiento talibán al término de la ‘jirga’ de este mes.
Dos días después de que esta Asamblea convocada por el presidente afgano, Hamid Karzai, emitiera sus recomendaciones para abordar el llamado proceso de reconciliación, el propio mandatario se avino a una de ellas para ordenar revisar los casos de los presos insurgentes y se comprometió a liberar a los detenidos sin pruebas criminales sólidas.
Habrá más liberaciones
El fiscal militar explicó este lunes que la revisión continúa y que «habrá más liberaciones como parte de la decisión de la ‘jirga’ de excarcelar a presos talibanes moderados». El panel creado por Karzai para examinar los casos de detenidos «por su conexión con la oposición armada, dirigido por el Ministerio de Justicia, se está encargando de elaborar listas con los presos susceptibles de ser liberados.
El mismo día en que Karzai hizo este anuncio, que el movimiento talibán vio con buenos ojos, la Presidencia afgana informó de la dimisión del ministro de Interior, Mohamed Hanif Atmar, y el jefe de los servicios secretos, Amrulá Saleh. Saleh, un tayiko que luchó con la Alianza del Norte contra los insurgentes pastunes durante el régimen talibán, ha confesado no estar de acuerdo con la liberación de presos y otros puntos del diálogo con los integristas.
Tanto Atmar como Saleh eran bien vistos por las cancillerías occidentales y sus áreas de responsabilidad eran fundamentales para las negociaciones con los insurgentes.