El Congreso de EEUU aprobó este jueves una serie de sanciones unilaterales significativas contra Irán, dirigidas en particular a su sector energético, y cuyo objetivo es que Teherán abandone sus presuntas ambiciones nucleares. La Cámara de Representantes aprobó la legislación por 408 votos a favor y 8 en contra, después de que el Senado hiciera lo mismo, con 99 votos a favor y ninguno en contra.
La medida, que busca frenar el presunto programa nuclear de Irán al impedir las importaciones de gasolina, será enviada al Despacho Oval para que la firme el presidente Barack Obama. La Casa Blanca considera que esta medida reforzará la estrategia multilateral de aislamiento de Irán.
La legisladora republicana Ileana Ros-Lehtinen afirmó que, si esas sanciones se aplican con rigor, conformarían «una acción decisiva para obligar al régimen iraní a poner fin a su búsqueda de armas nucleares, su programa de misiles y armas químicas y biológicas, y a su patrocinio de la ‘jihad’ global».
El senador republicano John McCain dijo que ahora las compañías extranjeras «tendrán que escoger entre hacer negocios con Irán o con Estados Unidos». Por su parte, el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, John Kerry, dijo en un comunicado que la aprobación de la medida es un «paso firme e importante» para responder a la amenaza de un Irán con armas nucleares.
«Un Irán con armas nucleares supondría una amenaza intolerable para nuestro aliado, Israel, provocaría una carrera armamentística en la que ya es una de las regiones más peligrosas del mundo, y socavaría nuestro esfuerzo global para impedir la propagación de armas nucleares, dijo Kerry. El grupo de presión judío «AIPAC» aseguró que la medida en cuestión «tiene dientes» y ofrece «la mejor esperanza de que, a través de medidas políticas y económicas se pueda persuadir a Irán a que ponga fin a su programa nuclear ilícito antes de que sea demasiado tarde».
Sanción a quienes les suministren gasolina
Entre otros elementos, la iniciativa amplía las sanciones aprobadas hace dos semanas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y por la Unión Europea, mientras continúa la búsqueda de una solución diplomática con Teherán. La legislación sanciona a negocios que suministren petróleo refinado a Irán u ofrezcan apoyo a la Guardia Revolucionaria de Irán o a su programa nuclear. Irán depende en gran medida de las importaciones de gasolina debido a su deficiente capacidad para refinar el crudo.
También amplía la Ley de Sanciones contra Irán, de tal manera que éstas se aplicarían «a compañías extranjeras, incluyendo en los sectores de seguros, finanzas y de envío de cargamentos, que venden a Irán bienes y servicios» o que dan asistencia técnica para desarrollar el sector energético de ese país.
Además, prohíbe la concesión de contratos federales a firmas extranjeras que exporten a Irán tecnología que, a su vez, sea utilizada para restringir la libertad de expresión y el libre flujo de información. También niega el acceso al sistema financiero estadounidense a bancos extranjeros que hagan negocio con ciertas entidades en la «lista negra» de EEUU, incluyendo la Guardia Revolucionaria y varios bancos iraníes.
La semana pasada, el Departamento del Tesoro agregó una treintena de individuos y empresas a esa lista por sus presuntos vínculos con el programa nuclear iraní o porque, a juicio de Washington, han ayudado a Irán a evadir las sanciones. La iniciativa establece mecanismos para negar contratos federales a compañías que ayuden a potenciar, de forma directa o indirecta, el programa nuclear iraní.
La sanción se levantará cuando Irán abandone el armamento
El Gobierno de EEUU levantaría las sanciones cuando el Ejecutivo certifique ante el Congreso que Irán puede salir de la lista de presuntos patrocinadores del terrorismo, y ha abandonado sus esfuerzos para desarrollar o adquirir armas de destrucción masiva y misiles balísticas y tecnología para lanzarlos.
Si bien este paquete de sanciones es el más enérgico hasta ahora, no está claro que tendrá el efecto de asfixia que busca Washington, tomando en cuenta que Teherán venía preparándose para estas medidas punitivas de Occidente. Según el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, William Burns, Irán ha reducido su dependencia de las importaciones de productos de petróleo refinado del 40% al 25%.
Algunos expertos señalan que el Gobierno iraní piensa recortar aún más esa dependencia mediante el uso de combustibles alternativos y una reducción del consumo. Varias empresas chinas ya se frotan las manos ante la posibilidad de ampliar sus negocios en Irán, al reemplazar a las de Occidente que abandonarían sus operaciones en el país islámico.