Ecuador amaneció este viernes con relativa calma tras la crisis. La actividad vuelve a la normalidad paulatinamente y en el palacio de Carondelet, sede del Ejecutivo, hay una fuerte presencia militar.

La luz del día dejó ver los daños en el hospital de la policía de donde fue rescatado Correa: puertas rotas, sillas destruidas, agujeros de impactos de bala en ventanas, paredes y espacios de trabajo, y manchas de sangre por todos lados, huellas todas ellas del enfrentamiento entre los efectivos de los grupos especiales militares y los policías sublevados.

El piso de la entrada al hospital está totalmente cubierto de pequeños pedazos de vidrio, al igual que otras zonas del hospital, donde muchas personas dicen haber pasado este jueves «por una las peores experiencias» de sus vidas.

El olor a gas lacrimógeno permanece en el hospital y todavía afecta a los ojos y la nariz incluso varias horas después de que terminara el enfrentamiento que, según la Cruz Roja, dejó dos fallecidos. Al sitio llegó este viernes un sacerdote ofreciendo sus oficios en medio de corredores que presentaban orificios de bala y manchas de sangre.