La oficialista Dilma Rousseff y el opositor José Serra, que disputarán el próximo domingo la segunda vuelta electoral en Brasil, calcaron este lunes sus discursos y mantuvieron la línea adoptada en otros encuentros de contienda, en el monótono y penúltimo debate televisivo de la campaña.
En un debate un poco más tibio que el de hace una semana, pero que no alcanzó el grado de controversia esperado para los desafíos «cara a cara» frente a las cámaras, Serra y Rousseff insistieron en polemizar sobre asuntos como infraestructura, tecnología, educación, salud, empleo, seguridad y reforma agraria.
Serra acusó a Rousseff de «hacer una lista de obras», incluso comenzadas en Gobiernos anteriores, para presentar el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), el principal de su gestión como ministra de Presidencia y que contempla millonarias inversiones en infraestructura.
La candidata del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) embistió en el tema de la educación y culpó al diputado Indio da Costa, aspirante a la Vicepresidencia en la fórmula con Serra, de liderar la propuesta para desmontar el programa ProUni, que otorga becas universitarias a estudiantes de la red pública.
Ambos aspirantes tuvieron también un acalorado cruce de opiniones sobre tecnología, salud y empleo, en la siempre comparación de la gestión entre los Gobiernos de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), que apoya a Serra, y Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), mentor de Rousseff.
Mientras Serra insistió en su labor como ministro de Salud en el Gobierno de Cardoso y en la defensa de la creación de un Ministerio de Seguridad Pública, Rousseff hizo hincapié en los quince millones de empleos formales alcanzados en los dos mandatos de Lula, tres veces más que en la gestión anterior.
Temas polémicos
No obstante, los temas que pusieron la «pimienta» sobre la mesa fueron los de la explotación petrolera, vinculada a la reiterada discusión sobre privatizaciones, y el de los escándalos de corrupción.
Rousseff reiteró sobre las acusaciones de que un asesor de Serra en su administración como gobernador de Sao Paulo, Paulo Souza, desvió dinero de la campaña, mientras que el aspirante socialdemócrata recordó que la sucesora de ella en el Ministerio de Presidencia, Erenice Guerra, es investigada por la Policía.
El ex ministro de Salud y Planificación llamó a su adversaria de ser una «mujer de dos caras», al afirmar que nunca se pondría la gorra del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y días después la lució en un acto público en el que el grupo de campesinos apoyaba su candidatura.
En su respuesta, Rousseff manifestó que era «contraria» a muchas de las acciones del MST, como la invasión y depredación de tierras productivas, pero que «dentro de la legalidad» defendía las reivindicaciones del grupo en su lucha por una equidad en la distribución de terrenos.
La posición de ambos candidatos sobre el medio ambiente, ignorada en otros debates, volvió a aparecer en la agenda de discusión de Serra y Rousseff, en la que el líder opositor criticó al actual Gobierno de expandir la industria pecuaria en la Amazonía y de dar prioridad a proyectos eléctricos con energía producida por carbón.
La religión, con el polémico asunto del aborto de por medio, tampoco entró en el debate que comenzó antes de la medianoche del lunes y finalizó en las primeras horas de este martes en los estudios del canal Record, en Sao Paulo.
El próximo y último debate televisivo será realizado el viernes en el canal Globo, en Río de Janeiro.
En las recientes encuestas Rousseff aparece como favorita para vencer con más del 50% de los votos al candidato opositor José Serra, abanderado del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).