Miles de seguidores y militantes del Partido de los Trabajadores (PT) se echaron a la calle en ciudades como Río de Janeiro, Sao Paulo y Brasilia para celebrar el triunfo de Dilma Rousseff en las elecciones presidenciales de Brasil.
Brasilia, la capital, fue el centro neurálgico de la fiesta de la coalición oficialista, puesto que fue el lugar elegido por Rousseff para sumarse a las celebraciones.
Ataviados con banderas, camisetas rojas del PT y pegatinas, los seguidores de Rousseff tomaron la Explanada de los Ministerios, la avenida central de la capital que está flanqueada por las sedes de todos los órganos del poder del país.
El centro de la celebración capitalina fue una carroza coronada por un muñeco gigante con la figura de Rousseff, desde la que se proyectaba la música que animaba la fiesta.
En Sao Paulo, la ciudad más poblada de Brasil, centenares de seguidores de la presidenta electa tomaron una cuadra de la céntrica avenida Paulista y se arremolinaron en torno a un escenario en el que se celebraron conciertos en su honor y donde hablaron varios dirigentes del PT.
La fiesta paulista, de menores dimensiones que la de Brasilia, no tuvo parangón con las desmesuradas celebraciones por los sendos triunfos electorales del carismático presidente Luiz Inácio Lula da Silva en 2002 y 2006, puesto que en esta ocasión tan siquiera fue necesario cortar el tráfico.
En Río de Janeiro, segunda mayor ciudad del país, la fiesta se trasladó al paseo de la turística playa de Copacabana, donde unos centenares de militantes acudieron con banderas y carteles para cantar y obligar a los automóviles a pararse y a pitar para celebrar la victoria en las urnas.
Rousseff se proclamó presidenta con el 56,05% de los votos, frente al 43,95% del opositor José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con el 99,98% del escrutinio completado.