La presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, afirmó este lunes que mantendrá en su gestión la actual política económica del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y descartó aplicar medidas radicales para controlar el cambio. «Voy a mirar con mucho cuidado el cambio, porque no creo que manipularlo resuelva alguna cosa. Tendremos un cambio fluctuante y tenemos reservas que nos permiten protegernos de manipulaciones internacionales», aseguró Rousseff en una entrevista concedida al canal de televisión Globo.
Rousseff había advertido en declaraciones al canal Record, que su Gobierno tendrá «rigor para tratar la cuestión cambiaria», pues según ella «no es posible que ocurra aquí aquel tipo de política de la década del treinta, que se caracteriza por la devaluación competitiva. El principio vigente es el cambio fluctuante».
La fuerte valorización del real frente al dólar ha llevado al equipo económico del actual Gobierno a adoptar una serie de medidas para contener esa apreciación, que viene afectando al sector exportador e incidiendo en las cuentas del país. El actual Gobierno estudia pedir a la bolsa de Sao Paulo limitar las operaciones de derivados del dólar, como medida adicional al impuesto que se cobra sobre la inversión extranjera en renta fija y al hecho de facilitar al Tesoro Nacional la compra de dólares para destinarlos al pago de la deuda externa, por un período de 48 meses.
La mandataria electa se refirió también a la libertad de prensa y expresó que «el control remoto es el mejor control que puede darle el telespectador, la población, a los medios». Vencedora en la segunda vuelta electoral con el 56,05% de los votos, ante el 43,95% de Serra, Rousseff reconoció en su entrevista al canal Globo que «nunca imaginó» convertirse en presidenta de Brasil y se mostró orgullosa por el origen búlgaro de su padre y el regocijo por su triunfo político en el país europeo.
Primeras labores como presidenta electa
La presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, dedicó este lunes, el día después de su victoria en las urnas, a conversar por teléfono con varios jefes de Estado, definir su agenda para los próximos días y a pensar en descansar. Entre otros mandatarios, Rousseff conversó con el estadounidense Barack Obama, el francés Nicolás Sarkozy, el venezolano Hugo Chávez, el colombiano Juan Manuel Santos, el chileno Sebastián Piñera, el mexicano Felipe Calderón y el portugués José Sócrates, precisó Marco Aurelio García, uno de los coordinadores de su campaña.
García, quien también se desempeña como asesor para Asuntos Internacionales de la Presidencia brasileña, dijo que «todos la felicitaron calurosamente y la invitaron a visitar sus países antes de su investidura (el próximo 1 de enero), pero la transición será muy corta y tal vez no haya tiempo», apuntó. Confirmó, sin embargo, que con algunos de los jefes de Estado con los que conversó Rousseff se reunirá la semana próxima en el marco de la Cumbre del G-20 que se celebrará en Corea del Sur, a la que asistirá junto con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, su mentor político y artífice de su candidatura.
García dijo a los periodistas que se apostaron frente a la casa de la mandataria electa que uno de los asuntos que Lula y Rousseff pretenden discutir en la cita del G-20 es la «guerra cambiaria» que se ha desatado en el mundo ante la caída del dólar y la persistencia de la crisis en los países más desarrollados. Sobre dicha «guerra cambiaria», la propia Rousseff aludió la noche del domingo, en el que fue su primer pronunciamiento público después de que se confirmó su victoria. «Seguiremos luchando por la amplitud de todas las relaciones comerciales», «contra el proteccionismo» y también para «acabar con la guerra cambiaria que hay en el mundo», dijo Rousseff, quien apuntó que «es preciso, en lo multilateral, establecer reglas mucho más claras y cuidadosas» y «limitar la especulación desmedida».