El presidente de EEUU, Barack Obama, concluyó este miércoles la revisión de la estrategia para Afganistán y Pakistán en una reunión con su equipo de seguridad nacional en la que pesó como una losa la muerte del enviado para la zona, Richard Holbrooke. El encuentro, que duró dos horas y se desarrolló en la Sala de Crisis de la Casa Blanca, comenzó con un homenaje al diplomático fallecido tras sufrir un desgarro en la aorta el fin de semana, explicó el portavoz de Obama, Robert Gibbs.
Tanto Obama como la secretaria de Estado, Hillary Clinton, «reafirmaron la gran deuda que el Gobierno y el pueblo estadounidense guardan con Richard Holbrooke y remarcaron las extraordinarias expresiones de respeto» recibidas de todo el mundo hacia el fallecido, explicó Gibbs. El encuentro mensual era el último de una serie para evaluar la marcha de la estrategia para Afganistán y Pakistán que Obama aprobó en noviembre del año pasado.
Holbrooke, al que Obama ha descrito como «una figura gigantesca en la política exterior de EEUU», estaba al cargo de poner en práctica el aspecto civil de esa estrategia en los dos países. Su muerte dejará un vacío en la Administración estadounidense para acometer esa tarea esencial. Gibbs, sin embargo, puntualizó que en la reunión no se abordó quién podría hacerse cargo de esa misión, pues es aún demasiado pronto.
La nueva estrategia
El presidente estadounidense, quien viajó a Afganistán por sorpresa hace dos semanas, tiene previsto efectuar una declaración sobre la nueva estrategia para los dos países el próximo jueves, cuando se hará público un sumario del documento. La estrategia que Obama aprobó en noviembre del año pasado preveía el envío de cerca de 30.000 soldados adicionales para reforzar a las tropas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán.
El refuerzo tenía como objetivo asegurar el territorio afgano, mientras se aceleraba la formación de nuevos soldados y policías en Afganistán, de modo que las fuerzas de seguridad de ese país estuvieran en condiciones de comenzar a hacerse cargo de la defensa de su nación gradualmente a partir del próximo julio.
La idea, aprobada en la cumbre de la OTAN en Lisboa el pasado noviembre, es haber podido concluir las operaciones de combate para 2014, aunque la Alianza ha dejado la puerta abierta a mantener su presencia más allá de esa fecha. Según indicó ayer Gibbs, el documento que se hará público el jueves «no aportará grandes sorpresas» y establecerá que, si bien persisten los desafíos, se han logrado progresos y EE.UU. está bien encaminado para lograr los objetivos que se marca la estrategia.
Encuentro entre Clinton y Gates
En el encuentro de este martes participaron, entre otros, Clinton y el secretario de Defensa, Robert Gates, así como el jefe de Estado Mayor de EEUU, el almirante Mike Mullen, y por teleconferencia el general David Petraeus, comandante de las tropas de la OTAN y EE.UU. en Afganistán. Todos ellos abordaron la situación en las tres áreas en que se divide la estrategia: Afganistán, Pakistán y la red terrorista Al Qaeda.
«En cada área, el presidente y su equipo abordaron tanto los progresos alcanzados como las áreas en las que centrarse en el futuro», indicó Gibbs. La revisión, indicó el portavoz, enumerará las áreas donde EE.UU. aún «afronta desafíos», que incluirán, según ha adelantado esta semana, la formación y retención de agentes de Policía, aspectos de seguridad y gobernabilidad.
Durante su visita a Afganistán, el presidente estadounidense pareció corroborar el logro del objetivo principal, detener el impulso de los talibanes, al indicar a los soldados de EE.UU.: «nos comprometimos a parar los pies a los talibanes. Eso es lo que estás haciendo». Además, Gates ha declarado que la guerra avanza a mejor ritmo del esperado inicialmente.
Sin embargo, persisten las dudas acerca de la gobernabilidad en Afganistán, donde la corrupción es una lacra omnipresente, o acerca de la verdadera situación de los talibanes en áreas del norte y el oeste del país, donde las tropas internacionales están menos presentes.