Japón se comprometió este martes a reforzar los controles sobre los productos pesqueros ante los escapes radiactivos de la planta nuclear de Fukushima al mar, donde se han detectado niveles de yodo 5 millones de veces por encima del límite legal.
La operadora de la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), detalló este martes que los análisis efectuados este lunes en una zona marina cercana a una toma de agua del maltrecho reactor 2 de Fukushima mostraron hasta 200 becquerels de yodo-131 por centímetro cúbico.
El análisis también revelaba un nivel de cesio-137 que excedía el límite en 1,1 millones de veces, según datos de TEPCO difundidos por la televisión pública NHK.
El yodo-131 tiene una vida media de ocho días, pero el periodo necesario para la semidegradación del cesio-137 es de 30 años.
Se cree que el agua altamente contaminada se filtra al mar a través de una grieta en la pared de una fosa cercana al reactor 2 de Fukushima, pero todos los intentos por detener el escape han sido hasta ahora en vano.
Se ha tratado de sellar la fisura con cemento y frenar el flujo de agua con polímeros absorbentes, sin éxito. Ahora, se planea inyectar silicato de sodio en el subsuelo de la fosa para tratar de cerrar el paso al agua contaminada, que se cree podría venir de otra fisura en algún conducto subterráneo, según NHK.
Preocupación por la pesca
La elevada radiactividad en el mar ha suscitado una honda preocupación sobre la contaminación en los productos pesqueros de la zona, que se suma a la ya existente sobre algunos productos agrícolas.
Mientras la pesca en Fukushima continúa paralizada, este martes se informó de que en aguas de la vecina provincia de Ibaraki se han detectado elevados niveles de yodo radiactivo, de 4.080 becquerel por kilo, en un tipo de pez similar a la anguila de mar.
Hasta ahora Japón no había establecido un máximo legal de yodo para sus productos pesqueros, ya que la Agencia de Seguridad Nuclear consideraba difícil que acumulasen radiactividad, pero en la actual situación el Gobierno planea poner límites parejos a los decretados para el caso de las verduras.
En la misma zona de Ibaraki, otro pez similar al anterior mostró una contaminación de 526 becquerels de cesio radiactivo, por encima del límite legal de 500 becquerels, lo que llevó a la cooperativa local de pescadores a prohibir la captura de esta especie, informó la agencia local Kyodo.
Japón promete rigurosos controles
En medio de la preocupación por el impacto de la contaminación en la industria pesquera de la zona, el ministro de Agricultura y Pesca, Michihiko Kano, aseguró que el Gobierno estrechará las inspecciones para verificar la seguridad de los productos.
Los controles se reforzarán en Ibaraki pero también en la provincia costera de Chiba, al este de Tokio, informó Kano, citado por Kyodo.
La preocupación por la eventual radiactividad en el pescado se produce después de que se detectara también contaminación en varios tipos de verduras de Fukushima e Ibaraki, cuya distribución ha sido prohibida.
Contener la radiación es una de las prioridades en el interior de la central nuclear, donde los avances se ven dificultados por las cerca de 60.000 toneladas de agua altamente radiactiva que inundan varias zonas y dificultan el paso de los operarios.
Como medida de emergencia, los operarios de TEPCO comenzaron ayer a verter al mar 11.500 toneladas de agua con un nivel de radiactividad relativamente bajo (cien veces superior al límite).
El objetivo es vaciar los depósitos que contenían ese líquido para poder almacenar en ellos el agua mucho más contaminada (hasta 100.000 veces el límite) que complica las tareas de los técnicos.
El ministro japonés de Economía, Banri Kaieda, dijo este martes que ese vertido no supone un riesgo para la salud, aunque pidió disculpas por la preocupación suscitada entre los ciudadanos y, sobre todo, entre la comunidad de pescadores de la zona.
La crisis nuclear se suma a la tragedia causada en el noreste de Japón por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo, que dejó 12.344 muertos y 15.237 heridos, según el último recuento policial.
EFE