Los ministros de Exteriores de la OTAN se reúnen este jueves y viernes en Berlín para analizar el curso de su operación en Libia, en un ambiente enrarecido tras las críticas de Francia y Reino Unido, que consideran que la Alianza no hace lo suficiente para proteger a la población del país.
Los llamamientos de británicos y franceses a intensificar las acciones contra el régimen de Muamar el Gadafi han vuelto a hacer evidentes las diferencias en el seno de la organización, en la que coinciden países con posturas casi contrapuestas sobre el papel que debe desempeñar la comunidad internacional en Libia.
De momento, la OTAN busca algo menos de una decena de aviones para realizar ataques contra objetivos terrestres y en torno a 6-7 de reabastecimiento en vuelo, unos medios no imprescindibles, pero que permitirían mejorar las operaciones, indicaron fuentes diplomáticas.
Francia y Reino Unido, que junto a Estados Unidos iniciaron los ataques contra Gadafi antes de que la OTAN se hiciese cargo de las operaciones, han pedido al resto de socios más implicación militar.
«La OTAN ha querido conducir la operación, ahora debe cumplir», dijo en Luxemburgo el ministro francés de Exteriores, Alain Juppé, quien indicó que, por ejemplo, «no es aceptable» que se permitan los bombardeos contra la ciudad rebelde de Misrata.
Su homólogo británico, William Hague, también abogó por «intensificar los esfuerzos» para proteger a los civiles y reclamó más apoyo al resto de aliados.
Un veterano diplomático aliado reconoció ayer que en la organización están ya acostumbrados a las críticas francesas, pero que «sorprende más» la postura de Hague.
Desde la sede central de la OTAN en Bruselas, el mando aliado respondió a las críticas y aseguró que el ritmo de los ataques internacionales no ha bajado, aunque reconoció que podría obtener mejores resultados si tuviera más medios militares.
En un intento de demostrar que sus operaciones se mantienen a un ritmo intenso, la OTAN anunció que destruyó doce tanques de las fuerzas de Gadafi en la zona de la ciudad de Zintan, al suroeste de Trípoli, así como otros cinco carros de combate en torno a la asediada localidad de Misrata.
A día de hoy, los aviones británicos y franceses soportan el grueso de las operaciones de ataque contra objetivos terrestres, después de que Estados Unidos decidiese retirar los suyos de este tipo de acciones, lo que ha causado el déficit actual de aparatos en esta clase de misiones.
La mayoría de países aliados y los socios de fuera de la organización que apoyan su trabajo en Libia aportan medios militares, pero en muchos casos sus fuerzas no tienen autorización de sus gobiernos para bombardear suelo libio, por lo que se dedican a tareas de vigilancia y protección.
Varios países de este grupo como España, Italia o Suecia defendieron el trabajo de la OTAN y no se dieron por aludidos ante los llamamientos franco-británicos, descartando por ahora modificar el rol de sus tropas.
A priori, los aliados tratarán de acercar posturas en la reunión de mañana, que organiza precisamente Alemania, el único país de la OTAN que se ha opuesto radicalmente a que sus soldados participen en las acciones de guerra.
Simultáneamente al trabajo puramente militar, la OTAN ha comenzado a insistir en los últimos días en la necesidad de encontrar una solución política al conflicto de Libia.
Ésta, según la Alianza, debe pasar por un alto el fuego «creíble», «verificable» y que abra un proceso de reformas democráticas ya sin Gadafi, indicó esta semana el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.
«Nunca fue realista esperar que la operación aérea por sí sola resolvería los problemas en Libia. Un proceso político es imperativo», resumió en Luxemburgo el ministro de Exteriores sueco, Carl Bildt.
Tanto Bildt como sus homólogos de los países no miembros de la OTAN que trabajan con ella en Libia -entre ellos varios árabes como Catar y Emiratos Árabes Unidos- participarán en el encuentro de mañana.
España estará representada por su ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, quien llegará a Berlín tras asistir ayer en Catar a la segunda reunión del llamado Grupo de Contacto para Libia, que dirige la vertiente política del trabajo internacional en el país norteafricano.
Aunque la situación libia protagonizará la mayor parte de la reunión de la OTAN, los ministros tienen también previsto analizar hoy el proceso de transición en Afganistán con los países participantes en la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF).
La sesión del viernes estará centrada en las relaciones de la Alianza con los países del este de Europa y el Cáucaso, con las reuniones del consejo OTAN-Rusia y las comisiones con Ucrania y Georgia.