El príncipe Guillermo y Kate Middleton firmarán el registro de matrimonio en la capilla de la abadía de Westminster donde reposan los restos de Leonor de Castilla junto a los de su esposo, Eduardo I, y de otros reyes de Inglaterra.
Será un breve momento privado que no captarán las cámaras de televisión en la llamada capilla de Eduardo el Confesor, aunque todavía se está discutiendo si se dejará entrar a algún fotógrafo que plasme ese momento para los álbumes de ambas familias.
La capilla, que contiene el relicario de ese rey y santo inglés y está situada detrás del altar, es el lugar usado tradicionalmente para la firma del registro en las bodas reales.
«La firma del registro es un momento muy personal. Es el momento en que la pareja puede decir: Ya está. Ahora somos marido y mujer. Es muy privado. No será algo que vea el público», dijo una fuente de la abadía al diario The Times.
Se cree que en el acto de la firma estarán presentes el padrino del príncipe, su hermano Enrique; la dama de honor de Kate, su hermana Pippa Middleton; el príncipe de Gales y la duquesa de Cornualles, y los padres de la nueva princesa, Michael y Carole Middleton.
Como explica The Times, Eduardo el Confesor, que reinó desde 1042 hasta 1066 y fundó la abadía de Westminster, está considerado como el santo patrón de los reyes ingleses, pero también de los matrimonios difíciles.
Es discutible si esta última circunstancia se debe a que Eduardo no tuvo ningún hijo de su matrimonio con Edith, algo que algunos atribuyeron a un supuesto voto de celibato aunque los modernos historiadores lo descartan como producto de la campaña para su canonización.
Edith era hija de su primer ministro, el conde Godwin of Wessex, y el matrimonio fue una unión política para aplacar a esa poderosa familia aristocrática. Cuando finalmente Eduardo envió a los Godwin al exilio, mandó también a su esposa a un convento.
Las supuestas dificultades matrimoniales de aquel rey medieval no tienen que ser un mal agüero para el nuevo matrimonio, comenta el periódico, que recuerda que la reina Isabel, cuyo matrimonio sigue funcionando tras 60 años, se casó allí y, sin embargo, el príncipe de Gales, cuyo matrimonio acabó en divorcio, se casó con Diana en la catedral de San Pablo.
Otra feliz alianza fue la de Eduardo I y Leonor de Castilla, que se profesaron mutua devoción y que apenas se separaron el uno del otro durante los 36 años de matrimonio.
En la misma capilla reposan también los restos de Enrique III, Enrique V y su esposa, la reina Catalina de Vallis, de Ricardo II y su primera esposa, Ana de Bohemia, así como los de Eduardo III y su mujer, Felipa de Hainault.