Una boda siempre es motivo de felicidad y alegría. Cuando se trata de la boda de un famoso se une a todo lo normal, el morbo y el cotilleo y si ya nos referimos a la boda de un heredero a la corona, todo se multiplica por dos y además aparece el a veces incómodo y objeto de polémica, merchandising.
Desde que el Príncipe Guillermo de Inglaterra y su novia Kate Middleton anunciaron oficialmente su compromiso, el Reino Unido se volvió loco y el resto del mundo también se contagio de la fiebre de la boda real.
Y en estos tiempo de crisis la imaginación sale a flote con más fuerza de lo normal y es que ya se preveía que el merchandising de la boda iba a parecer como un ciclón, pero lo que no se esperaba es que la imaginación para hacer negocio llegará tan lejos.
La Casa Real dio el visto bueno a algunos de los objetos típicos de merchandising de la boda, pero ha desaprobado rotundamente otros que han surgido. La vajilla real, las tazas, los marcos, los sellos y las monedas son cosas bien vistas por Buckingham Palace pero hay otras cosas que sobrepasan límites.
Entre las más curiosas podemos encontrar caretas con la cara de Kate, la auténtica barbie de la novia, protectores de móvil con la cara de los novios, bolas de navidad, tablas de skate, zapatos, tarjetas de visita, galletas, etcétera.
El toque gracioso lo puso Legoland con una reproducción en Lego de lo que sería el enlace entre el Príncipe Guillermo y Kate Middleton.
Pero sin duda entre los objetos más estrámbóticos se encuentran, las bolsas de té del Príncipe y su prometida que asoman por fuera de la taza como si estuvieran tumbados, las cervezas con su imagen en las que reza «Kiss me Kate», preservativos de la boda real y bolsas para vomitar para los republicanos.
En resumen, la imaginación a la hora de hacer negocio en estos tiempos que corren no tiene límites y las ansias de la población por tener algo como recuerdo de la boda real del año, tampoco.
Itziar de la Fuente