lunes, noviembre 25, 2024
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Un jurista de Harvard asume el poder político del Dalai Lama

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Un jurista educado en Harvard, Lobsang Sangay, tomó este lunes, de manos del dalai lama, las riendas del poder político en el Gobierno tibetano en el exilio, en una ceremonia en la que prometió negociar con China una mayor autonomía para Tíbet.

Sangay, de 43 años, juró su nuevo cargo como primer ministro («kalon tripa») del Gobierno en el exilio en la localidad norteña india de Dharamsala, en la que se refugió el dalai lama tras el fracaso de la revuelta tibetana contra China del año 1959. «Guiado por la sabiduría de nuestros ancestros, me dispongo a continuar con la política de la ‘vía media’, que busca una autonomía genuina para Tíbet dentro de China», proclamó Sangay en su discurso.

A la ceremonia acudieron varios miles de personas que escucharon bajo la lluvia la primera intervención de su nuevo primer ministro, que estaba acompañado por el dalai lama. «Hemos dado todas las responsabilidades políticas al líder elegido democráticamente», proclamó en lengua tibetana el dalai lama -que conserva su autoridad como líder espiritual budista-, en declaraciones recogidas por los medios indios.

La jura tuvo lugar a las nueve horas, nueve minutos y nueve segundos, un momento considerado especialmente favorable por las autoridades tibetanas, y durante la misma Sangay recibió el sello centenario del Kashag (gabinete), usado desde el siglo XVIII.

Sangay es el primer «kalon tripa» que asume plenos poderes políticos y administrativos en las instituciones del exilio, después de que el dalai lama, de 76 años, anunciara en marzo su deseo de centrarse en sus tareas religiosas. «La Carta tibetana recogió en mayo el deseo del dalai lama, así que está claro que Sangay tiene ahora los poderes políticos, aunque la formación de su gabinete tendrá lugar en septiembre», dijo a Efe un portavoz del Parlamento tibetano en el exilio, Tenzin Norbu.

Sangay se impuso cómodamente en las elecciones que celebró en marzo la comunidad tibetana en el exilio, y los analistas coinciden en plantear que su más urgente misión es poner orden a la sucesión del líder espiritual tibetano y dar continuidad al movimiento.

El Gobierno tibetano en el exilio no está reconocido formalmente por ningún país del mundo y carece de autoridad sobre Tíbet, pero el hecho de que tenga su sede en la India es uno de los mayores contenciosos entre ese país y China, donde está el territorio.

Este lunes, Sangay agradeció a la comunidad internacional la ayuda que presta a los tibetanos en el exilio, y matizó que su lucha no es contra «el pueblo chino» ni contra «China como estado», sino contra las «políticas de línea dura» que ese país practica en el Tíbet. «Tras sesenta años de desgobierno, el Tíbet no es el paraíso socialista que prometieron los funcionarios chinos. No hay socialismo en Tíbet, sino colonialismo», proclamó Sangay, que refrendó el compromiso de su Gobierno con la «lucha pacífica».

El nuevo ‘kalun tripa’ encarna a una generación de dirigentes tibetanos que nunca han visitado su tierra, nacidos ya en el exilio y llamados a tomar el relevo del movimiento de manos del dalai lama, que con su renuncia política buscaba ordenar su sucesión.

Sangay se educó en una escuela para refugiados tibetanos en la ciudad norteña india de Darjeeling, y tras estudiar derecho en la Universidad de Delhi, se trasladó a Harvard con una beca Fulbright para proseguir sus estudios de doctorado.

El dalai lama se ha embarcado en varios intentos de diálogo con las autoridades chinas para llegar a una solución del contencioso por Tíbet, un desértico y poco poblado altiplano situado en la vertiente norte de los montes Himalayas. En el exilio viven hoy en día unos 140.000 tibetanos, la mayoría de ellos en la India.

Estella Digital/EFE

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