Personaje casi olvidado y recuperado gracias a la última película de Clint Eastwood, Edgar Hoover, primer director del FBI, se dibuja ahora como un personaje parafílico. Solitario, travestido y amante del porno. Así lo describe la última biografía publicada sobre él ‘La investigación de los secretos sexuales de los hombres y las mujeres más famosos de América’ por Darwin Porter. Edgar Hoover reunió la mayor colección de pornografía en la historia para satisfacer sus insaciables deseos sexuales.
El ex director del FBI recopiló una amplia reserva de películas pornográficas hechas por las estrellas de Hollywood antes de que fueran famosos, que veía para su propio placer aunque también posiblemente para chantajear a sus protagonistas.
Entre los vídeos que tenía, estaba el de un jovencísimo Frank Sinatra que hizo en 1934, antes de saltar a la fama.
Hoover también tenía colgando de las paredes de su cuarto de baño litografías eróticas de hombres desnudos. Concretamente de Tony Curtis, Burt Lancaster, un adolescente Warren Beatty, Elvis Presley, Charlton Heston y James Dean.
Otra de las revelaciones de su biografía es que Hoover y un amigo suyo mantuvieron relaciones sexuales con un hombre sospechoso capturado por el FBI, antes de soltarlo y hacer desaparecer su historial.
En una entrevista con MailOnline, el autor de la biografía Darwin Porter dijo: ‘Hoover estaba especialmente interesado en la recogida de las copias de las películas pornográficas de las estrellas de cine antes de que se hicieran famosos como por ejemplo Joan Crawford».
También comenta que tenía una copia pirata de ‘El bandido enmascarado: Roba P ****’, una película que Sinatra hizo cuando sus padres le echaron de casa por no buscar trabajo.
«Cuando Dillinger fue asesinado por el FBI, Hoover ordenó a un agente que tomara una foto de su cadáver desnudo cuando yacía sobre una losa de mármol en la morgue».
Hoover fue el primer director del FBI, y sirvió durante casi 40 años hasta su muerte en 1972 a la edad de 77.
Redacción Estrella Digital