martes, noviembre 26, 2024
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El Papa invita a la obediencia a los sacerdotes

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Benedicto XVI ha recordado a los sacerdotes que «es necesario estar llenos de la alegría de la fe, de la radicalidad de la obediencia, del dinamismo de la esperanza y de la fuerza del amor» en la misa crismal de la Basílica de San Pedro en la cual han concelebrado con él, cardenales, obispos y aproximadamente 1.600 sacerdotes del clero secular y religioso de la diócesis de Roma y de los colegios romanos.

Durante la celebración los sacerdotes han renovado las promesas hechas en el momento de su ordenación y se han bendecido los óleos santos que serán utilizados a partir la vigilia pascual.

Al inicio de la homilía, el Papa ha evocado el momento en el que el obispo, por la imposición de las manos y la oración, es introducido en el sacerdocio de Jesucristo, de forma que son «santificados en la verdad» como Jesús había pedido al Padre para nosotros en la oración sacerdotal».

A su vez, el pontífice ha resaltado que en la consagración sacerdotal se requiere un «vínculo interior» que explica como una «configuración con Cristo» y una «renuncia a aquello que es solamente nuestro, a la tan invocada autorrealización».

En este sentido, Benedicto XVI ha aclarado que «la configuración con Cristo es el presupuesto y la base de toda renovación». Pero ha advertido que «tal vez la figura de Cristo parece a veces demasiado elevada y demasiado grande como para atrevernos a adoptarla como criterio de medida para nosotros».

Tal y como ha señalado, se observa en la historia que «el camino de Jesús se encarna también en figuras vivas», por lo que el Papa ha invitado a mirar los «sacerdotes santos, que nos han precedido para indicar la senda», desde San Pablo, Policarpo de Esmirna, Ignacio de Antioquia y grandes pastores como Ambrosio, Agustín y Gregorio Magno, hasta Ignacio de Loyola, Carlos Borromeo, Juan María Vianney, hasta los sacerdotes mártires del s. XX y, por último, el Papa Juan Pablo II que, «en la actividad y en el sufrimiento, ha sido un ejemplo para nosotros en la configuración con Cristo, como don y misterio».

«Los santos -ha subrayado Benedicto XVI- indican cómo funciona la renovación y cómo podemos ponernos a su servicio. Y nos permiten comprender también que Dios no mira los grandes números ni los éxitos exteriores, sino que remite sus victorias al humilde signo del grano de mostaza».

En la renovación de las promesas sacerdotales ha recordado a los presbíteros que son «administradores de los misterios de Dios» y que les «corresponde el ministerio de la enseñanza».

El Papa también ha hecho un llamamiento a combatir el «analfabetismo religioso que se difunde en medio de esta sociedad tan inteligente». «Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos. Pero para poder vivir y amar nuestra fe, para poder amar a Dios y llegar por tanto a ser capaces de escucharlo del modo justo, debemos saber qué es lo que Dios nos ha dicho», ha afirmado.

Anular la fe «con celo»

Asimismo, ha resaltado que el Año de la Fe, que se celebrará en el 50 aniversario del de la apertura del Concilio Vaticano, deberá ser «una ocasión para anunciar el mensaje de la fe con un nuevo celo y con una nueva alegría», pero ha insistido que no anuncian teorías y opiniones privadas «sino la fe de la Iglesia, de la cual somos servidores».

Al respecto, el Papa ha recordado al Cura de Ars que «no era un docto, un intelectual» pero con su anuncio «llegaba al corazón de la gente, porque él mismo había sido tocado en su corazón».

Al finalizar, ha invitado a los sacerdotes a tener mayor «celo por las almas», expresión que parece «fuera de moda» y que «ya casi no se usa». Como sacerdotes, «nos preocupamos naturalmente por el hombre entero, también por sus necesidades físicas: de los hambrientos, los enfermos, los sin techo».

Pero no sólo de su cuerpo, sino también precisamente «de las necesidades del alma del hombre, de las personas que sufren por la violación de un derecho o por un amor destruido, de las personas que se encuentran en la oscuridad respecto a la verdad, que sufren por la ausencia de verdad y de amor».

La presentación de los óleos al Papa han sido realizados por algunos catecúmenos que serán bautizados en la vigila pascual, de algunos enfermos que recibirán el sacramento de la unción, de algunos jóvenes candidatos al sacramento de la confirmación y de cuatro diáconos que serán ordenados sacerdotes.

En la columna de la confesión se ha colocado una estatua de Nuestra Señora de Montserrat pintada en oro y plata que se conserva en los museos vaticanos y que fue regalada al Papa Pablo VI en su elección como pontífice en 1963.

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