martes, noviembre 26, 2024
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Breivik quería matar a «600 personas» aunque «100 voces» en su cabeza le pedían que no

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El supuesto autor de la masacre de Oslo y la isla de Utoya, Anders Behring Breivik, ha asegurado este viernes que tenía como objetivo «matar a 600» personas aunque ha reconocido que antes de empezar a disparar tuvo «100 voces» en su cabeza que le pedían que no lo hicieran.

Las voces se disiparon cuando Breivik se decidió a disparar contra las dos primeras personas que se encontró en la isla de Utoya, tras haber hecho estallar en el distrito gubernamental de la capital un coche bomba que causó ocho muertos.

En la quinta jornada del juicio para esclarecer su responsabilidad en la masacre perpetrada el 22 de julio, Breivik no ha dudado en reconocer que disparaba a todas sus víctimas a la cabeza porque «quería matarlas», según ha informado el diario noruego Dagbladet en su edición digital.

Ha relatado, asimismo, que, tras recargar por vez primera su arma, disparó contra todas las personas que le «suplicaban por su vida». Llegado a este punto, uno de los fiscales le ha pedido que aclare por qué no dejó de matar tras abatir a las primeras víctimas en la cafetería del edificio principal de la isla de Utoya y Breivik ha dejado claro que quería «matar a 600» personas y no sólo a «21».

En su declaración de este viernes, Breivik se ha definido a sí mismo como una persona «agradable» y ha hecho un relato cronológico de la matanza con algunas lagunas de memoria y con frialdad, según la cadena de televisión pública británica BBC.

El supuesto autor de la matanza de Noruega ha admitido que, cuando iba a comenzar a disparar contra los jóvenes reunidos en la isla de Utoya, sintió «100 voces en su cabeza» que le pedían que no lo hiciera, pero esas voces cesaron cuando apretó el gatillo para abatir a sus dos primeras víctimas.

«Algunos de ellos estaban paralizados. No podían correr. Había dos personas agazapadas», ha explicado, en referencia al momento en que tuvo que recargar su arma para seguir matando. Breivik ha llegado a asegurar que «salvó» la vida de un niño porque se lo encontró llorando y pidiendo ayuda y el le transmitió que se relajara que todo iba a ir bien y no le disparó.

El autor confeso del atentado con coche bomba en la capital noruega y del asesinato múltiple de la isla de Utoya ha introducido además un nuevo matiz en su versión sobre los crímenes al asegurar que no habría perpetrado la masacre de los jóvenes que participaban en el campamento de las juventudes del gubernamental Partido Laborista si el edificio gubernamental en el que colocó el vehículo bomba en Oslo se hubiera derrumbado.

En este sentido, ha afirmado que él preveía que el atentado con bomba fuera su mayor ataque pero el crimen de Utoya «se convirtió en el atentado más importante al no derrumbarse el edificio gubernamental» como él había planeado.

El ultraderechista noruego ha asegurado que hasta 2006 era una «persona agradable» que decidió controlar sus «emociones» y «deshumanizarse» para ejecutar la matanza. Breivik ha dicho que empezó a prepararse emocionalmente para suprimir sus sentimientos hacia las víctimas cinco años de los atentados, cuando llegó a la conclusión de que era necesario utilizar la violencia para alertar a los europeos de la pérdida de su cultura.

«Se podría decir que era bastante normal hasta 2006, cuando empecé a prepararme, cuando empecé a renunciar las emociones», ha declarado. «Mucha gente me describirá como una persona agradable o simpática, un amigo de los amigos», ha añadido. «Llevé a cabo una estrategia de deshumanización para con aquellos a los que consideraba objetivos válidos hasta el punto de matarlos», ha concluido.

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